Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Lealtad y Unidad

El estado de alarma no recorta ninguna libertad fundamental, más allá de la libertad deambulatoria

Como diría Bertie Wooster -el inmortal personaje de Wodehouse- "las guerras siempre generan pequeñas molestias e inconvenientes inevitables". Porque esta pandemia es una guerra. Una de esas distopías propias de la novela de ciencia ficción y del cine apocalíptico, que nunca creímos llegar a vivir en primera persona. Aceptar esos inconvenientes no es algo heroico. Sea tener que quedarse en casa respetando el estado de alarma, afrontar los costes del mismo, asumir que el día después, y como un solo hombre, todos y cada uno de nosotros deberemos hacer ímprobos esfuerzos para levantar España o mostrar nuestro agradecimiento y homenaje a todos aquellos que están en primera línea de combate. Ciertamente, no se nos pide mucho. Simplemente, ser una nación. Unirnos ante la adversidad y centrarnos en acabar, del modo más rápido y con el menor coste posible en vidas, con el enemigo común.

El estado de alarma no recorta ninguna libertad fundamental, más allá de la libertad deambulatoria. Y si implanta un régimen de economía de guerra es por pura sensatez. Quienes redactaron la Constitución eran conscientes de que ante circunstancias adversas, surge la picaresca y el estraperlo y eclosionan los indeseables. Si durante la posguerra mundial se traficó con la penicilina, ¿qué impediría a gentes sin escrúpulos hacerlo ahora con mascarillas, desinfectantes o material sanitario? Aprovechen para volver a ver El tercer hombre y asuman, como el personaje interpretado por Joseph Cotten, que hasta su mejor amigo -Orson Welles- puede ser un sinvergüenza en estos graves momentos.

La libertad de expresión no se ha recortado un ápice. Pero esta, como cualquier otra libertad, debe ejercerse desde la responsabilidad. Ahora es momento de unidad y lealtad, social e institucional. Ni de organizar cacerolazos contra nadie, ni de prohibir la crítica. Tanto daño hacen los lamesuelas y propagandistas como los que pretenden el acoso y derribo de un gobierno del que la ciudadanía valorará sus aciertos y al que le exigirá responsabilidad por sus errores, como corresponde en democracia, en el Parlamento y en las urnas. Pero eso será un momento después del Día de la Victoria. Ese día, homenajearemos a los héroes, recordaremos a los fallecidos, a los enfermos y a sus familias, sonreiremos de nuevo y entonces, sólo entonces, levantaremos la voz con exigencia y dureza, para exigir responsabilidad a quien deba asumirla.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios