Mira y pasa

Se comprende que fascine el corazón roto, el rencor y la venganza, expuestos con talento, sarcasmo y rimas consonantes

Asistir en primera fila a la infancia de mis hijos ha sido un espectáculo. La preadolescencia promete. Andan fascinados con la canción de Shakira. No es una cuestión musical, o no principalmente. Les intriga el corazón roto, el rencor y la venganza, expuestos con talento, sarcasmo y rimas consonantes. Se les entiende.

He recordado una pelea entre dos chicas mayores de mi colegio. Yo estaba en preescolar y no la olvido, ni tampoco la sensación moral de que contemplar aquello con tan morbosa delectación era reprobable. Cuando decenios después leí en la Divina Comedia que Virgilio reñía a Dante por querer recrearse en lo vil, me acordé de mí mismo mirando aquello con grandes ojos abiertos. Como suele, el mismo Dante me dio el remedio: "Non raggionam di lor, ma guarda e pasa", esto es, no hablemos de ellos, sino mira y pasa.

Así que he mirado la canción con mis hijos y hemos pasado a otras expresiones del amor despechado. Hemos oído a José Luis Perales, demasiado calimero, y a Julio Iglesias, Hey, vacilando en la desgracia: Lo mejor de su vida. Hemos comentado que para gestionar un corazón roto hay que tener compasión con las partes (las muchas del corazón y las dos de la ruptura). Conviene, con todo, que nosotros nos empeñamos por entero en el amor sólido. Y les he leído un poema de Felipe Benítez Reyes, deseándoles que no se vean en la ocasión jamás de recitarlo o sólo de muy jóvenes, como el poeta cuando lo escribió. Advirtiéndoles que la gratitud y el señorío son siempre las actitudes apropiadas. Se llama Advertencia:

"Si alguna vez sufres -y lo harás-/ por alguien que te amó y que te abandona,/ no le guardes rencor ni le perdones:/ deforma su memoria el rencoroso/ y en amor el perdón es sólo una palabra/ que no se aviene nunca a un sentimiento./ Soporta tu dolor en soledad,/ porque el merecimiento aun de la adversidad mayor/ está justificado si fuiste/ desleal a tu conciencia, no apostando/ sólo por el amor que te entregaba/ su esplendor inocente, sus intocados mundos./ Así que cuando sufras -y lo harás-/ por alguien que te amó, procura siempre/ acusarte a ti mismo de su olvido/ porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato./ Y aprende que la vida tiene un precio/ que no puedes pagar continuamente./ Y aprende dignidad en tu derrota,/ agradeciendo a quien te quiso/ el regalo fugaz de su hermosura".

Les ha gustado mucho y a mí leérselo en estos días shakireantes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios