Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Sensibilidad ciudadana

Un gobierno capaz de venderse a cualquier precio cuando hace nada decían que la amnistía era impensable

El domingo Granada hervía con un solazo brillante y reivindicativo. Nada menos que dos manifestaciones mostraban el sentir de una ciudad ante acontecimientos graves y urgentes.

Distintos en la forma y en el fondo (una guerra en Palestina y una amnistía general a insurrectos) ambos asuntos parecen sin embargo estar muy unidos por la sorpresa, la intensidad en las emociones que suscitan y por un parecido modus operandi: los políticos deciden mientras la gente de a pie se siente ignorada y quiere hacerse oír.

Viendo a personas tan diametralmente distintas manifestarse a muy pocos metros (de un lado, la progresía de pañuelo palestino al cuello, rastas o hiyab cubriendo el pelo; del otro, un festival de banderas constitucionales por capa de las señoras bien de ‘manifa’, con sus maridos de zapatos castellanos y sus hijos de Spagnolo) se diría que les unía una común indignación con unos dirigentes que actúan al margen de leyes y de controles, algo que molesta a todos sea cual sea su extracción social o su ideología.

Viendo una y otra manifestación pasar por sitios similares, casi mezcladas y en buena convivencia cada cual en su protesta, lo que procede es la escucha.

Siendo el genocidio de Palestina un tema mundial, en lo nacional y más cercano se palpa que la amnistía ha sentado como un tiro. Por la forma, por las maneras y por el momento. Jueces, empresarios y hasta agrupaciones de izquierda así lo gritan. Negociar con el enemigo número uno del Estado, darle por escrito la posibilidad de su referéndum ansiado, la opción futura de revisar sentencias o de dejar impunes delitos graves es ya de por sí excesivo, pero hacerlo además solo para seguir en el puesto cuatro años más transmite el mensaje de un gobierno capaz de venderse a cualquier precio cuando hace nada, unos meses, decían que la amnistía era impensable por imposible en nuestro marco jurídico y por inconstitucional.

Un cambio de opinión tan sobrevenido y oportunista lleva a muchos (incluida la izquierda aún con principios) a reclamar repetir elecciones para que todos nos pronunciemos en las urnas. Todos.

Cuando te tocan la moral o el bolsillo te tiras a la calle. Y ha sucedido. Mal comienzo de un gobierno esta actitud que, como se vio el domingo en el centro de Granada, deja a una gran parte de la población con la rabia de que su sentir no es atendido. Y eso siempre es un peligro.

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