Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Vuelta al Insalud

En unas jornadas recientes, colegas de diferentes especialidades describieron el tremendo deterioro de los servicios sanitarios andaluces, la falta de profesionales, la demora en la primaria, las inmensas listas de espera o el elevado gasto farmacéutico. Lo que está sufriendo la ciudadanía cuando acude a los servicios sanitarios. Esas jornadas me han hecho recordar los tiempos en que fui médico del Insalud, el organismo nacional que gestionó los servicios sanitarios públicos desde los años 70 hasta su transferencia efectiva a las CCAA. En los llamados ambulatorios, los profesionales de la medicina pasábamos consulta diariamente durante dos horas. Ni que decir tiene que las consultas estaban masificadas, y era frecuente tener que atender a 120 o 130 pacientes en ese tiempo. Aunque una mayoría venían a por recetas para adquirir los medicamentos que le había recetado un médico en su consulta privada, para otros, el ambulatorio era el único recurso para acceder a la asistencia sanitaria.

En esas condiciones, ejercer la medicina era terriblemente frustrante. En los inviernos, además, era de pesadilla. La demanda asistencial era tan alta que había que ver a dos o tres pacientes a la vez en consulta. En mi memoria permanecen una mujer que viene por un bulto en el pecho; un hombre mayor con síntomas de tuberculosis; y una pareja veinteañera pidiendo información sobre métodos anticonceptivos. En todos los casos se necesita establecer las pautas diagnósticas o terapéuticas adecuadas; informar de forma eficaz y con cierta empatía a los pacientes; dar con la tecla para propiciar cambios en los estilos de vida; y hacer una miniencuesta epidemiológica en la sospecha de una infección comunitaria, como es la tuberculosis.

La precariedad de la asistencia sanitaria en los ambulatorios resultaba tan insoportable para muchos profesionales, que recurrían a establecer sus propias consultas privadas en su casa. Consultas médicas privadas para aquellos que pudieran costeárselo, y centros sanitarios públicos precarizados como único recurso para lo que no, fue el modelo sanitario imperante en España cuando llegó la democracia. Es el modelo que poco a poco va implantando el Gobierno andaluz del Partido Popular: de vuelta al Insalud.

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