Vuelvo a mis raíces

Sin quedarnos anclados en el pasado, volvamos la mirada a nuestra infancia para extraer todo lo bueno de ella

Soy de pueblo y nunca me he avergonzado de ello. Tras muchos años de vida urbana, aunque en una ciudad pequeña como Granada, me reconforta volver a mi Sabiote natal, para recargar pilas y resetearme. En él puedo encontrar mis raíces, la casa en la que nací y crecí, las calles en las que de niño jugaba feliz con mis amigos, los paisajes salpicados del verde olivar que contemplaba desde la ventana de mi cuarto de estudio, la familia que ha contribuido a ser lo que hoy soy (para bien o para mal) y las gentes que me han visto crecer. Este regreso a mis orígenes es un revulsivo cuando decae mi estado de ánimo; es como si tras cada reencuentro con este lugar, se me transmitiera una fuerza vital, que me impulsa a ir superando los retos, que día a día la vida me pone por delante.

Me reconforta pasear por sus calles del barrio antiguo del Albaicín, rodeando el castillo y contemplando el fértil valle del Guadalimar y la comarca del Condado. Voy rodeando la muralla por la ronda de miradores y me siento a descansar en la Puerta de La Canal, respirando muy 'hondo' y llenando mis pulmones de aire 'limpio'. Recuerdo los años de mi infancia jugando por estos lugares, correteando junto a mis incondicionales amigos. Felicidad de una época, en la que vivía una vida infantil sana y despreocupada.

Y es que creo, que a la mayoría de nosotros nos ayuda volver al origen de nuestra vida, rememorar felices épocas pasadas, contemplar los cambios y la evolución de nuestra propia existencia y sobre todo volver a conectar con familiares, amigos y paisanos con los que habitualmente no compartimos momentos en esta acelerada vida. Volver a las raíces ayuda al desarrollo personal y al autoconocimiento. Gracias a ese asomarnos al pasado podemos entender exactamente qué somos, y porqué, teniendo una perspectiva en el tiempo, de la evolución de nuestra vida y madurez. Y todo ello, sin duda puede ayudar en gran medida a extraer un aprendizaje que nos permita tomar importantes decisiones en la vida.

Sin quedarnos anclados en el pasado, volvamos la mirada a nuestra infancia para extraer todo lo bueno de ella, para recuperar la ilusión de un niño y para encontrar las claves del transcurrir de nuestra vida y ello, sin duda, nos ayudará a afrontar los retos del futuro.

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