carmen Canet / horacio (tato) Rébora

Mi amigo, mi maestro, mi familia

NO querría escribir estas palabras, se han roto hoy todos mis diccionarios y sólo quedan éstas: Juan Carlos Rodríguez, mi amigo, mi maestro, mi familia.

Seguirá conmigo, con nosotros siempre. Estará presente en nuestras vidas perpetuamente.

Desde hace más de 40 años me descubrió por primera vez en sus clases de la Facultad de Filosofía y Letras lo que era el amor a la lectura, a la escritura, y desde entonces mi vida cambió (como la de tantas generaciones). Me inculcó esa sabiduría por la literatura, me enseñó a andar de la mejor de las maneras, a habitarla, igual que con la vida. He tenido la suerte de conjugar la enseñanza de la palabra con la enseñanza de la vida, y uno de esos privilegios que pocas veces llegan y ya se quedan muy adentro. Son concesiones que el destino te regala y que hace que ya haya merecido algo importante en esta ida. He tenido, también, la oportunidad inmensa de convivir, de compartir sus risas, muchas canciones, de disfrutar de su sutil ironía, su gran conversación, sus lecciones de todo. Esa personalidad singular e irrepetible a gozar de la amistad, a desvivirse por hacer felices a sus amigos.

Con más de una veintena de libros, de trabajos, de separatas, de presentaciones, de pregones…, Juan Carlos nos escribió con hondura e intensa lucidez crítica lo que es la vida con títulos como: De qué hablamos cuando hablamos de Literatura (2002) y De qué hablamos cuando hablamos de marxismo (2013), y entonces me pregunto De qué hablamos cuando hablamos de Juan Carlos Rodríguez, pues os digo que hablamos del maestro de todos, de la humanidad personificada, de la justicia, del indagador continuo, del trabajador incansable, del genio. De eso hablo cuando lo nombro. Y siempre de la mano de su compañera, de su amor, de la poeta Ángeles Mora.

Entre sus libros aunque creara escuela y nos revolucionara con su Teoría e Historia de la producción ideológica. Las primeras literaturas burguesas (1974), una de sus primeras publicaciones, no podemos terminar sin citar y comentar este breve texto tan inmenso y significativo sobre sus estudios Sobre la escritura del Quijote (2001) y El escritor que compró su propio libro. (Para leer El Quijote), (2003) y (2013) donde nos dice: "Don Quijote enferma de melancolía, por la pesadumbre de haber sido vencido y no haber podido desencantar a Dulcinea. Por eso renuncia a las caballerías, nos da su nombre de hidalgo (Alonso Quijano el Bueno: ahí ya no aparece el Don) y 'dio su espíritu'. Don Quijote se desespera y nos dice: "todo este mundo es máquinas y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más".

El Diccionario de la RAE tendría que añadir una nueva acepción a la palabra maestro: Juan Carlos Rodríguez.

SIN Juan Carlos Rodríguez Granada será distinta, del mismo modo que su presencia ha alterado la vida cultural e intelectual de la ciudad durante casi 40 años.

Reseñaré ahora solo una parte de esa influencia que es la que me toco vivir como testigo directo:

Sin Juan Carlos Rodríguez La Tertulia no hubiese sido la misma y no se hubiese fraguado el grupo La Otra Sentimentalidad para la que nuestro maestro aportó la piedra fundacional entre el humo y los cubatas de una época que él supo iluminar como nadie.

No diré que el Festival de Tango de Granada sin Juan Carlos hubiera sido distinto, diré mas aún que sin su influencia, sin el ensayo del libro Granada Tango, el Festival de Granada no hubiera existido.

No seré el único que tenga la certeza que con la amistad de Juan Carlos Rodríguez ha cambiado nuestra mirada sobre el mundo y también, en alguna medida, aspectos de nuestra vida cotidiana. Hace un momento, cuando regresaba del cementerio recordaba los rostros desencajados de los amigos y amigas que en su conjunto representaban momentos importantes de la vida de 40 años de Juan Carlos en Granada, seguirán llegando amigos que con su presencia silenciosa servirán de testimonio de una vida que tuvo una intensidad y hondura de pensamiento sin parangón.

Juan Carlos seguirá presente en la memoria colectiva de gran parte de las mejores conciencias de nuestra ciudad. Aunque esa presencia no será lo mismo que verlo aparecer con su sombrero, del brazo su compañera y poeta Mariángeles Mora presagiando, siempre, la posibilidad de un encuentro inolvidable.

Ha muerto un gran amigo. Ha muerto un intelectual imprescindible. Estamos todos muy tristes. Espero que seamos capaces de ser leales a su exquisito legado.

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