Cambia, todo cambia

Los animales son inocentes

Ver la película 'Ferdinand' les hará ser personas más tolerantes, mas cooperativas y menos violentas

Hoy 28 de diciembre cabe recordar a la infancia como el mejor ejemplo de inocencia, de hecho se les confían hasta las bolas de la lotería de Navidad. Sin embargo, no debemos olvidar que los animales también son inocentes aunque algunos se empeñen en tratarlos como culpables.

Como suelo hacer cuando lo ocasión lo merece, voy a sustituir el granadinismo de mis artículos por una sugerencia cinematográfica donde lo más granadino que hay es un perro llamado Paco que gasta una malafollá típica de nuestra tierra.

Les propongo por tanto que vayan al cine y elijan Ferdinand, una película sobre la inocencia, en este caso la de un toro que sin embargo está condenado a morir cruelmente en el matadero o en la plaza.

Este largometraje de animación infantil parodia muchos de los detalles de una cultura del maltrato animal que cada día suma más detractores, sobre todo entre las generaciones jóvenes. Viendo los sobresaltos de mi hijo y mi hija cuando el toro Ferdinand entra en la plaza para que intenten ajusticiarlo, me acordé de una de las visiones más desagradables de mi infancia: una pelea de cabras en una plaza pública de Euskadi donde tras varias embestidas la sangre chorreaba de sus cabezas como lo hace de los lomos de los toros en el coso. En pleno siglo XXI es impensable que todavía haya espectáculos cruentos con todo tipo de animales con el agravante de que en muchos casos se mantienen porque reciben apoyos y subvenciones desde la administraciones públicas.

No podemos olvidarnos que los Homo Sapiens, por mucho que sepamos, formamos parte de ecosistemas junto con otros animales de tal manera que su bienestar redunda en el nuestro más allá de la obligación ética de evitar en lo posible el sufrimiento de las especies con las que compartimos vida y territorio.

Antes de la industrialización en nuestro país se cuidaban mucho los espacios agrarios, los bosques y pastos (algunos de ellos comunales), y también los animales, pues de ellos dependía la supervivencia de la población. A pesar de que el utilitarismo de los animales domésticos incluye diferentes grados de maltrato, también es cierto que en los sistemas agroganaderos tradicionales los animales se cuidan como un elemento clave para su mantenimiento en el tiempo, es decir para su sostenibilidad. ¿A quién se le ocurría matar a una vaca por mera diversión?, cuando vean la película háganse la misma pregunta con los toros y vayan en compañía de los niños y niñas que conozcan porque verla les hará ser personas más tolerantes, mas cooperativas y menos violentas.

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