El color de la energía

Esperemos que otro Chernóbil no nos enseñe lo ecológica que es la radiación

Que se detengan las verónicas y paren rotativas! ¡Que dejen de imprimir libros de texto para no confundir a los discentes…! ¡Que pulsen el botón de marcha atrás para que donde dice no, diga sí y se afiance para siempre el depende! Convirtamos una expresión coloquial, la forma conjugada de un verbo cuyo sentido primigenio es estar colgado de algo, en pilar que sustente la base de nuestra sociedad. Que sea una respuesta vacía la que apuntale la locura. Echemos por tierra la razón y luego dancemos sobre su cadáver, pisando con fuerza, pisando incluso con saña. Para que nada sea lo que debe ser, sino lo que convenga económicamente, o mejor, políticamente.

Vieja es la distancia que separa la realidad de la verdad. Allá por 1776 Adam Smith, padre intelectual del liberalismo, describía nuestra sociedad a la perfección: "En el curso de la división del trabajo, la función de la mayor parte de aquellos que viven de su trabajo termina reducida a unas pocas operaciones muy sencillas, por lo general, una o dos […] El hombre que pasa toda la vida dedicado a pocas operaciones […] suele volverse todo lo estúpido e ignorante que puede volverse el ser humano". Parece que todo lo estúpido e ignorante que puede volverse el ser humano es muy estúpido y muy ignorante, y parece que hemos alcanzado la cima de la tontuna, o al menos eso es lo que piensan nuestros gobernantes. Somos la sociedad perfecta. Tan tontos como para tragarnos cualquier cosa, ruedas de molino que decía mi padre, y, además, justificar su ingesta. Y abierta la boca de par en par pretenden colarnos que el gas y las nucleares son energías verdes. A pesar de que "el gas no es verde en ningún momento de su vida", dicen los expertos, y alertan de las emisiones de gases efecto invernadero y de los terribles efectos de las nucleares para los recursos hídricos y marinos. La presidenta de la comisión europea, Úrsula von der Leyen, perteneciente a la Unión Democrática Cristiana, ha propuesto "el cambio de taxonomía en las finanzas verdes". Lo que significa que el dinero seguirá desviándose a los grandes lobing, en detrimento del sol y el viento, recursos energéticos que esta señora debería de considerar más, aunque sea por provenir directamente del Altísimo. Mañana nos dirán que Nerva (Huelva) es un paraje natural maravilloso con sus detritus de amianto procedentes de Montenegro. Para que luego Montenegro ni siquiera nos vote en Eurovisión. Esperemos que otro Chernóbil no nos enseñe lo ecológica que es la radiación. Y me voy cantando por Sabina: "No me tomes por tonta, tontita".

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