¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Pelotas, no; balas, sí
EL grandullón que aparece reiteradamente en un sinfín de imágenes de archivo del ex ministro y el ex secretario de organización del PSOE José Luis Ábalos, Koldo García, se ha convertido en un problema gigante para el Gobierno y el partido de Pedro Sánchez.
Las andanzas del que fuese portero de club de alterne antes que asesor del titular del Ministerio de Transportes que investiga la Justicia, por el supuesto cobro de comisiones ilegales en los contratos para proveer de mascarillas en lo peor de la pandemia, sitúan al Ejecutivo ante un caso de corrupción en su forma clásica: el enriquecimiento injustificado aprovechándose de ocupar un cargo en la Administración.
El tal Koldo es un viejo conocido del núcleo de poder del socialismo actual. Llegó desde Navarra de la mano del secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, que fue quien se lo presentó a Ábalos, e incluso aparece en el Manual de resistencia de Pedro Sánchez, como ejemplo de militante y custodio de sus avales para regresar a Ferraz.
El nerviosismo del Gobierno por este asunto es evidente: su único argumento es la apelación constante al y tú más que hacen al PP, por casos que son pasado y le costaron su peor resultado electoral en 2019. Como si igualarse con la corrupción que tuvo el PP exima de algo. La inquietud ha aumentado al fracasar el sacrificio de Ábalos, que se ha negado a entregar el acta de diputado, que le garantiza fuero e inmunidad ante la actuación judicial (y si ésta llega siempre habrá tiempo para renunciar y que el caso no lo juzgue exclusivamente el Supremo).
Un Gobierno que accedió al poder, luego renovado en las elecciones de 2019 y 2023, con una moción de censura en 2018 –precisamente defendida por Ábalos– para liberar a España del Gobierno de Rajoy y la corrupción del caso Gürtel, teme verse deslegitimado porque personajes de su núcleo duro estén en una trama de supuesto enriquecimiento con comisiones ilegales.
Pero la cuestión es que este Gobierno nació de la más abyecta corrupción. Tenemos un problema muy grave como sociedad si escandalizan más las mordidas que el hecho corrupto trascendental que permitió investir a Pedro Sánchez: la compra de votos a cambio de impunidad penal –en trámite– para quienes cometieron delitos contra la Constitución en el proceso para proclamar la independencia de Cataluña, que se suma a la rebaja del reproche penal a la malversación y la eliminación de la sedición del Código Penal. ¿Qué es la corrupción? ¿Y tú lo preguntas? Corrupción eres tú, Sánchez.
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