La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
En puertas ya de un nuevo curso, la compleja maquinaria que permitirá que las aulas vuelvan a abrirse dentro de un par de semanas ya está en marcha. Cada etapa formativa lo va a comenzar con la ilusión propia de estas fechas, pero también con enormes incertidumbres sobre todo para las universidades públicas.
Desde la llegada del PP al Palacio de San Telmo se han multiplicado las autorizaciones para universidades privadas en Andalucía, aunque muchas de ellas hayan sido calificadas como auténticos chiringuitos por los rectores de las públicas, que asisten estupefactos a como desde la Junta se favorece con un descaro indisimulado a esas “universidades”, mientras se acosa a las que son de todos, como quedó demostrado en la denegación de grados de Inteligencia Artificial y Biomedicina a la UGR y a la de Jaén, en beneficio de dos universidades privadas que difícilmente pueden resistir la menor comparación con ellas.
Los distintos gobiernos del PP han autorizado no menos de una veintena de universidades privadas, cinco de ellas en Andalucía, implantando poco a poco su modelo ideológico en la comunidad autónoma más poblada y favoreciendo el negocio de los fondos de inversión internacionales con la educación superior. El plan de Juanma tiene una clara hoja de ruta, debilitar lo público y privatizar el futuro de todos en beneficio de unos pocos y hacerlo mediante un sistema en el que no se exige ni evalúa, sino que se paga y de esta forma se consigue un atajo para herederos sin mérito y cargos que necesitan títulos exprés.
Bonilla no quiere universidades públicas fuertes porque en ellas hay que estudiar y esforzarse, prefiere las privadas porque, salvo honrosas excepciones, en ellas papá paga y el niño aprueba. La mayor parte de los chiringuitos que han adquirido la categoría de “Universidad” por obra y gracia de Juanma, van a ser un refugio de mediocres con apellidos compuestos.
Como muy bien dice @lágrima75 en la red social X, cada recorte en la universidad pública es un ladrillo más en el muro de la desigualdad y cada universidad privada que se abre sin control es una gatera más por la que se cuela el clasismo. No están “reformando” el sistema, lo están comprando y cuando compras la educación, también compras el futuro.
Que no se nos olvide que una educación que no te obliga a pensar no es educación, es domesticación y eso es lo que el PP está comprando: ciudadanos obedientes, no libres.
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