Contraviesa

J. Ernesto García Trevijano

El emperador y Frankestein

La pregunta es hasta cuándo podrá España soportar los exigentes pagos a los mercenarios (independentistas)

Cuentan que un emperador, amenazado por sus enemigos y deseoso de mantenerse en el poder, contrató mercenarios para su ejército y empleó "autómatas" (individuos sesgados por la ciega obediencia a su amo). Los grandes servicios de los mercenarios les granjeaban una proporcional recompensa. Y para satisfacer la deuda, el emperador imponía a sus súbditos tributos cuantiosos, cada vez más gravosos, que les causaban empobrecimiento y dolor por la deriva opresiva de quien veían como su legítimo gobernante. Así siguieron las cosas un tiempo; el emperador se mantenía en el poder, los autómatas obedecían el interés personal del Amo, los ladinos mercenarios, cada vez más enriquecidos y exigentes, y los pobres súbditos, extenuados y famélicos por los onerosos tributos. Pero llegó un día en que el emperador se quedó sin bienes que ofrecer a sus soberbios mercenarios … Este relato, que tomo prestado del libro "El gran emperador y sus autómatas" de Jean Levi (ed. Alianza Cuatro), es trasunto de la España de nuestros días, como el avispado lector ha deducido. Nuestro emperador Sánchez ha contratado un ejército de mercenarios de diversas procedencias, cuyo nexo de unión es el odio a España y el deseo de poder. Por sus servicios exigen, y reciben, pagos cada vez más dolorosos para los ciudadanos reconvertidos en súbditos: persecución del español en escuelas y hospitales catalanes y baleares, indulto para condenados por sedición, excarcelación de asesinos etarras y aproximación al País Vasco de otros, expulsión de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra, supresión del delito de sedición y retoque a la carta del de malversación, legislación que pretende cambiar los fundamentos de nuestra convivencia, memoria histórica y democrática, Ley trans, Ley del "Solo sí es sí". Por si fuera poco, el arbitrario emperador ha colocado a sus "autómatas" al frente de instituciones fundamentales (RTVE, INE, Fiscalía General, CNMV, Correos, Tribunal de Cuentas, y ahora también Tribunal Constitucional) y favorece en exclusiva los intereses privados en lugar de atender al interés general: todo vale para mantenerse en el poder a costa de nuestro orden constitucional de 1978. La pregunta es hasta cuándo podrá España soportar los exigentes pagos a los mercenarios (independentistas) o cuándo éstos prescindirán del cabecilla, que no tiene nada más que ofrecer; entonces romperán y se olvidarán del Reino de España.

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