Con la excusa de la vocación

08 de junio 2025 - 03:11

La vocación médica puede definirse, desde un punto de vista ético y filosófico, como una inclinación interna hacia la práctica de la medicina, fundamentada en el deseo de servir y cuidar a los demás, así como en un compromiso profundo con la integridad, la compasión y la excelencia profesional. Durante mis años como estudiante de Medicina no comprendí completamente el significado de la “vocación de ser médico”. Desde joven sentía la necesidad de ayudar a los demás y aliviar el sufrimiento; sin embargo, estos eran más anhelos que fuertes convicciones. Siempre me esforzaba por empatizar con los pacientes durante las prácticas clínicas, pero creo que no experimenté la verdadera vocación hasta que comencé a ejercer como médico. Ser testigo del miedo en los ojos de las personas cuando están a punto de recibir un diagnóstico infausto, percibir la angustia de aquellos que sufren y ser consciente de que uno es su única esperanza, requiere una presencia cercana y consoladora, a veces demostrándola incluso físicamente. La experiencia de presenciar el dolor de una persona que ve cómo un ser querido pierde la vida o asumir la tremenda decepción al perder a un paciente, son circunstancias que nos afectan profundamente. Como también llevarse a casa la preocupación de un paciente complejo, preocupados por su evolución. Todo esto describe la complejidad emocional inherente a nuestra profesión. Lo que hace que nuestro colectivo sea de los que padece mayor tasa de trastornos mentales y de suicidios consumados. Me pregunto si este concepto tan esencial en la práctica médica es suficiente para soportar todas las adversidades presentes y futuras a las que nos enfrentamos, como se evidencia en el borrador del estatuto marco que nos quieren imponer. La respuesta definitivamente es no. Los médicos merecemos un adecuado descanso, la reducción de la jornada laboral, el aumento de plantillas, la libertad en nuestra práctica clínica y en la prescripción farmacológica, evitar la movilidad por “necesidades del servicio” y disponer de tiempo para nuestras familias. Sobre todo, debemos recuperar la dignidad de la profesión médica por nuestros pacientes. Ellos/as merecen profesionales valorados y motivados, pues la mayoría de nosotros/as ya poseemos una vocación, sobradamente demostrada.

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