Los poetas encontrarían en los interiores de la física argumentarios excelentes para su lírica, pero como buena parte de los literatos sólo escriben, aunque bajo formas muy diversas, relatos sobre etología humana, de sus guerras, sus paranoias, anhelos, celos, crímenes e introspecciones, de ahí que estén cargados de razón quienes afirman que desde La Ilíada todo está escrito. Todo lo que no sea humano les es ajeno.

La fusión nuclear contiene un bello corazón que expresó Albert Einstein en la que se considera la ecuación más elegante de las formuladas nunca jamás. Tres letras, no más: la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado.

La fusión nuclear consiste en juntar, unir, fusionar los átomos más sencillos de la naturaleza: el hidrógeno, apenas un protón en su núcleo y un electrón dando vueltas a su alrededor. Como saben, casi de modo intuitivo, una fuerza repele a dos cuerpos que tienen la misma carga, de tal modo que sólo en las estrellas hay fuerzas tremendas capaces de fusionar dos núcleos de hidrógeno, de los que resulta un átomo de helio. Y mucha luz y calor, que es lo que emite el Sol.

Cuando se produce la reacción, la masa del resultado, la del helio y otras partículas, es menor que la de los dos isótopos de hidrógeno que hemos fusionado. ¿Dónde va lo perdido? Es energía, tanta como la que escribió Einstein en su bello poema, tanto que resulta de multiplicar la masa perdida, que a nuestra escala humana es insignificante, con una magnitud tremenda, la velocidad de la luz. Y al cuadrado.

A diferencia de su prima hermana, la fisión nuclear, no empleamos elementos pesados, radioactivos, apenas hay residuos contaminantes y la materia esencial no es el plutonio, sino el hidrógeno, que podemos obtener del agua. No es tan mala la fisión como la describen, pero la otra es magnífica por sencilla. La estamos rozando, pero quedan décadas para que sea una solución a la descarbonización.

Lo que ha conseguido el instituto Livermore es emplear menos energía en juntar el hidrógeno que la conseguida en la fusión. Cerca de dos centenares de rayos láser calientan un plasma de hidrógeno del tamaño de un grano de pimienta, del que resulta esta energía. Hay otros métodos que se están probando con éxito, pero se tardará en conseguir que este grial hasta que entre por el enchufe de su casa. Y, mientras tanto, energía solar, que es lo mismo, pero a distancia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios