El futuro de la generación de las pantallas

09 de noviembre 2025 - 03:11

Hace unos días, en la reunión de padres del inicio de curso de uno de mis hijos, vi tristemente como me quedaba sólo, reivindicando la necesidad de un control estricto del uso de los dispositivos digitales para las tareas escolares. La mayoría de los padres y profesores insistían en la necesidad de seguir empleando estos dispositivos en el ámbito académico, porque según dicen, hay que preparar a los alumnos para el futuro en un mundo cada vez más digital. Y es que las generaciones más jóvenes, nacidas en un entorno tecnológicamente saturado, desarrollan sus relaciones, aprendizajes e identidades a través de dispositivos electrónicos. Esto está provocando serios problemas. Desde una perspectiva cognitiva, la constante interacción con pantallas modifica los procesos mentales de atención, memoria y aprendizaje. La gratificación inmediata, inherente a las redes sociales y al consumo rápido de información, refuerza circuitos neuronales que privilegian la recompensa instantánea frente al esfuerzo constante. El cerebro, acostumbrado a los estímulos breves y cambiantes, encuentra cada vez más difícil mantener la capacidad de concentración prolongada y de pensamiento crítico. Emocionalmente esta generación, que está más conectada que nunca, se encuentra paradójicamente más sola. La representación idealizada de la vida que se muestra en las redes sociales distorsiona la percepción de la realidad y deteriora la autoestima. Socialmente, las pantallas, si bien posibilitan nuevas comunidades globales, el acceso al conocimiento y la expresión creativa, también fomentan la superficialidad de los vínculos y la polarización del discurso público, corriendo el riesgo de deshumanizar las relaciones y debilitar el sentido de comunidad. El desarrollo futuro de la generación digital dependerá de la capacidad colectiva para redefinir su relación con la tecnología. El desafío principal consiste en recuperar el control sobre la atención, el pensamiento y la emoción en un entorno diseñado para capturarlos constantemente. Alcanzar un equilibrio entre la conexión y la desconexión, entre el consumo y la reflexión, permitirá utilizar la tecnología como una extensión consciente de la humanidad y no como su sustituto.

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