Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Queridos Papá y Mamá, antes que nada, quiero pediros disculpas por no haber escrito antes esta carta. No sé cuántas veces os he expresado verbalmente cuánto os quiero y agradezco todo lo que habéis hecho por mí, pero dejarlo por escrito hubiera sido un recuerdo imborrable y motivo de orgullo para vosotros. A veces, uno necesita madurar para comprender la importancia de expresar nuestros sentimientos a quienes más queremos. En primer lugar, os doy las gracias por darme la vida. Aunque fui el último y no esperado de cinco hijos, siempre sentí vuestro cariño y el de toda la familia. Es verdad que vuestra forma de mostrar afecto no era tan expresiva como la de otras familias, pero mis hermanos y yo siempre sentimos el amor y los sacrificios que hicisteis por nosotros. Gracias por aquellas Navidades con belén, pandereta y villancicos bajo el árbol que papá preparaba cada año, pese a las dificultades. Gracias por dejarme elegir mis amistades y enseñarnos a valorar a todas las personas, sin importar su raza o condición social. Estoy muy agradecido también por los valores de honestidad, humildad y compasión que me transmitisteis. Gracias por haber sanado mis heridas físicas y también las del alma, enseñándome a levantarme siempre y no rendirme jamás. Gracias por vuestra infinita paciencia frente a mis travesuras de niño inquieto. Gracias por permitir que la “abuelita”, esa persona maravillosa a la que ni siquiera nos unía lazos de sangre, formara una parte importante de nuestras vidas y nos diera tanto amor y cuidados. Me siento afortunado por una infancia muy feliz, por vuestra lucha constante para que no nos faltara lo esencial, por apostar por nuestra formación académica, aun cuando vosotros no tuvisteis esa oportunidad, y por intentar darnos las herramientas necesarias para ser independientes y construir nuestro propio camino. Gracias por sentiros orgullosos de mí. Reconozco que hay cosas que podría reprocharos, que arrastro en mi vida y que aún hoy trato de superar, pero sé que todo lo hicisteis con amor y la mejor intención. Por ello, os perdono y también os pido perdón por las veces que he podido heriros y decepcionaros.
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