La bitácora

Félix De Moya

Los monos rencorosos

14 de febrero 2008 - 01:00

SIEMPRE he sentido una curiosidad irrefrenable por el conocimiento de las fronteras que delimitan la condición animal y la humana. Probablemente esta curiosidad tiene su origen en el hecho de que este es uno de tantos asuntos que uno recuerda de su infancia como tema zanjado, por claro, y a lo largo de los años se ha ido haciendo cada vez más difuso. La diferencia entre animal y humano nos la enseñaron como un asunto que no merecía más debate, nosotros éramos racionales, ellos no, punto. Ya sé que esto podía responder a la necesidad de esquematizar los conocimientos trasmitidos en el proceso pedagógico, pero tengo el vago recuerdo de que esta no era una creencia sólo de infantes en aquellos tiempos. En todo caso, cuando no hace mucho he leído que a través de un experimento realizado con chimpancés se ha llegado a la conclusión de que estos simios no son ni altruistas ni rencorosos, he descubierto que aún hay quien se plantea, ahora desde un punto de vista científico o casi, este problema y trata de discernir qué es lo específico de la condición humana por contraste con otras condiciones.

Los autores de este estudio, mediante la experimentación correspondiente, confirmaron que los chimpancés no actuaban movidos ni por el rencor ni por la generosidad, simplemente cuando no obtenían beneficio directo alguno de sus actos sus comportamientos resultaban ser aleatorios. Una de las conclusiones del experimento fue que motivaciones como las del rencor o el altruismo a la hora de actuar resultaban ser propias de los humanos y, por tanto, elementos discriminadores de su condición.

A mí me parece sugerente esta idea y creo que algunas conductas que nos rodean en estos tiempos podrían servir para corroborar alguna de las afirmaciones anteriores. El ardor con el que muchos políticos y tertulianos se entregan a la defensa de sus causas a través de los medios de comunicación parece revelar algo más que simple convencimiento. Tanta pasión desenfrenada. Tanta incapacidad para reconocer con generosidad el valor aunque sea de una mínima porción de las ideas del otro. Tanto interés no sólo en ganar sino en aniquilar al rival, haciendo caso de omiso del gesto de perplejidad del respetable que observa la escena. En fin, resultan tan irracionales en ocasiones esas actitudes que pareciera que estamos en presencia de una nueva especie, capaz de aunar la estulticia de los primates y la capacidad de rencor de los humanos, parecen monos rencorosos entregados a la tarea sin causa de alimentar el rencor social para que aunque no se beneficien ellos por lo menos que no lo hagan los otros.

stats