Perseguir a los judíos

15 de octubre 2025 - 03:06

Lo que más me ha podido sorprender de esta nueva y ahora más larga guerra entre Israel y los palestinos es que, verdaderamente; e independientemente de que las causas puedan ser –sean– mucho más complejas y enrevesadas aún; es que todo ha podido ser más que una respuesta a una imperdonable acción terrorista de la organización Hamás, que el 7 de octubre de 2023 mató, en menos de veinte y cuatro horas, a más de mil doscientos israelíes y secuestró a otros más de doscientos cincuenta en un kibutz desprevenido. ¿Qué esperaba Hamás, que no hubiese respuesta? ¿Qué la respuesta hubiese sido más blanda?, si se quiere ¿más equilibrada?

Israel es un pueblo que lleva siglos perseguido, habiéndose producido varias diásporas desde la antigüedad, hasta antes del inicio de la Era Cristiana. Cuando Nabucodonosor reinaba entre los israelitas (siglo VI a.C.) que fue la vez primera que hubieron de dejar, tras de sí, su tierra y los judíos se dispersaron por casi todas las direcciones de la rosa de los vientos, muy especialmente hacia el occidente europeo y más tarde América. Fue entonces, en esa primera diáspora o dispersión, cuando, en naves fenicias, llegaron, casi sin que nadie se diese cuenta, hasta las costas de la península ibérica: Sepharad. Y aquí vivieron, trabajaron y estudiaron y fueron, también, señalados y perseguidos en muy diversas ocasiones, incluso por hermanos de las otras dos religiones “del Libro”: musulmanes y cristianos. Hay relatos, exacerbados en el detalle, que describen, –¡poéticamente! – las calles del Albaicín como verdaderos ríos de sangre, tras haber degollado a los judíos que allí vivían, las cimitarras islámicas de invasores almohades o de otras tribus musulmanas que, entonces, llegaron a Granada.

Esa misma historia y en muy diversos lugares de Europa: desde los Países Bajos, Imperio Austro húngaro, barrios de ciudades francesas, Bosnia, Bulgaria, Serbia o Macedonia y hasta Rusia, Georgia y Armenia, al otro lado del mar Negro, hasta el auténtico genocidio: la muerte, organizada industrialmente y denominada por los nazis alemanes y austríacos como “La solución final”, en los años cuarenta del siglo XX.

Quizás, por eso –y sólo por eso, aunque no quiera ser justificación– la respuesta de Israel en esta guerra puede haber sido una brutal y desmedida advertencia, ha sido un grito del túnel de los siglos, con el que, algunos, han querido decir al mundo que las persecuciones acabaron para siempre y quien intente reanudarlas, ya conoce el precio. ¿O no?

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