Lo popular y lo culto

07 de julio 2025 - 03:07

Antiguamente se diferenciaban las manifestaciones artísticas en populares o cultas. Clasificaciones que el tiempo arrinconaba a medida que nuevos criterios imponían otros valores a la hora de juzgar. Ocurrió con el flamenco que ha transitado desde sus modestos orígenes tabernarios a más exigentes lugares de acogida y aceptación. Asimismo, la copla lleva camino de ser sometida a parecida transformación a la hora de apreciar su papel en la cultura española. En los últimos años, actividades musicales tan controvertidas como las encarnadas por Lola Flores –gracias a las publicaciones del profesor Alberto Romero Ferrer, de la Universidad de Cádiz– o piezas, como el bolero –gracias igualmente al enfoque del profesor José Javier León, de la Universidad de Granada– han sido extraídas de su localización en las lindes de un género menor. En ambos casos, nuevos análisis los han rescatado de los lugares comunes en que sobrevivían. Dos mundos que dieron, en su momento, tanto juego y alentado tantas emociones estaban faltos de estas nuevas miradas interpretativas. Por fortuna, estos dos investigadores les han dado otra vida. Algo similar está ocurriendo con Miguel de Molina, figura del pasado en la que se funden elementos que reclaman al unísono una justa reparación: tanto por su biografía (sus características sentimentales, su obligado exilio), como por su capacidad creadora (dada la atención que el público prestó a sus coplas, convertidas en referencias que alumbraron la vida cotidiana de muchos españoles). Sorprendentemente, una primera llamada para cumplir con la obligación artística y moral destinada a recuperar a este olvidado malagueño, la dio la Casa de Velázquez, en Madrid, una exigente institución francesa, que propuso hace pocos meses una entrañable exposición en la que mostró los muchos factores personales y artísticos que justificaban la necesidad de extraer del olvido a Miguel de Molina. El testigo de la Casa Velázquez lo ha recogido, ahora, esta misma semana, la Universidad de Valencia, ampliando un proyecto que, a la vez, rinde culto a una trayectoria artística y explica cómo se transita desde lo popular hasta convertirse en una manifestación culta. Quizás debiera también Málaga, entre tanta apuesta cosmopolita, prestarle atención a este olvidado hijo de la copla.

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