Todo es posible en España

02 de julio 2025 - 03:08

Eestos días me ha venido a la memoria y de manera recurrente, la cinta cinematográfica de Carlos Saura ¡Ay, Carmela!, no porque el argumento tenga mucho que ver, pero sí por el cierto paralelismo del trajín viajero e histriónico y el drama ambulante que, en apariencia pudiese tener que ver con los viajeros socialistas del Peugeot, por todos los caminos de España para revertir la realidad, su realidad y lo que, en las cabezas de cada uno de esos viajeros, de los cuatro viajeros, podría ir pasando en sus propios sueños, esos que cada uno de ellos pudiese ir imaginando para construir su particular futuro. La verdad es que el final -del que parte ya se va viendo y buena parte, también, se puede ir vislumbrando- sí que va a ser un verdadero drama, o peor, una tragedia española de llantos y panderetas, de copas rotas y guitarra desafinada, en cuyo ambiente y escenario parece que va a acabar este largo, tedioso y doloroso para España y los españoles que ha sido –y aún está siendo– trasunto pícaro de Sánchez, Ávalos, Cerdán y Koldo. ¡Vaya cuatro pasajeros!

Últimamente, también, he estado pensando que el asunto, lejos de parecer un delicioso cuento de Las mil y una noches, más se asemeja a un mal relato de una torpe picaresca, sobre cómo tener la audacia de tomar el pelo a todo el mundo, cada uno de los cuatro viajeros en su correspondiente papel y así alcanzar los más altos poderes ejecutivos del estado, neutralizando, al propio tiempo, los otros dos: el legislativo y el judicial. Es de esos casos que se cuentan antes de que sucedan y no se creen. Porque la realidad, esta realidad que vivimos no es, no puede ser verosímil. Y sin embargo, ha sucedido durante siete años. Hay que reconocer que han sabido estos burdos ‘Rinconetes y Cortadillos’ disponer todo lo necesario para burlar, sin demasiadas estridencias, hasta el final o comienzo del final que ahora ellos viven, en que los jueces que encarnan a La Justicia, los rodea, los inmoviliza y los lleva a ‘la trena’ que es, muy seguramente, su espacio natural, el de los que pertenecen a los bajos fondos que hay en la sociedad: reunión de hampones, congreso de embusteros, tabernón de ladrones.

Y es que, parafraseando el viejo dicho, en España, todo es posible, aunque no es menos cierto que lo que mal empieza, mal acaba ¿O no?

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