Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El rebaño

El lenguaje que utilizamos nos retrata. Refleja nuestra ideología y forma de ver el mundo y a quienes nos rodean

Me resulta muy curioso que al hecho de que la población consiga inmunizarse ante el virus se le esté denominando "inmunidad de rebaño". Ya sé que es una traducción literal del inglés Herd Immunity. Pero cualquier persona medianamente culta sabe que no hay nada más ridículo que traducir literalmente expresiones de otras lenguas. Traduttore, Traditore!, en gráfica e hiperbólica frase italiana. A nadie que haya tenido un buen profesor de inglés - yo los tuve- se le ocurriría traducir It's raining cats and dogs de otra manera que no fuera "llueve a cántaros". Más que nada porque ningún español entendería eso de que caigan gatos y perros del cielo, ni un inglés comprendería que diluviaran vasijas mientras pasea una tarde gris y lluviosa.

No parece de recibo que se nos trate como a un hato de ganado. Esa es la primera acepción de rebaño que recoge el Diccionario de la RAE. Las otras dos tampoco serían muy tranquilizadoras, una porque se refiere metafóricamente a la congregación de los fieles respecto de sus pastores espirituales -no es el caso- y la última porque no me gustaría pertenecer a un conjunto de personas que se mueven gregariamente o se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, etc. Distinto es que eso es lo que cualquier gobierno sueña. Este, también. Todos los gobiernos comparten un objetivo: mantenerse en el poder. Y para conseguirlo, siempre es más fácil manejar ganado que convencer, de modo racional y argumentado a un grupo de ciudadanos libres. En particular cuando los resultados de la gestión son, por decirlo de un modo diplomático, manifiestamente mejorables.

El lenguaje que utilizamos nos retrata. Refleja nuestra ideología y nuestra forma de ver el mundo y a quienes nos rodean. No es igual gritar en un mitin ante tus votantes y militantes que debatir en sede parlamentaria con la oposición o intentar convencer con argumentos a quien piensa distinto. Navegamos aguas turbulentas y sólo recibimos a diario un discurso melifluo e impostado que deja meridianamente claro que nos toman por niños. O algo peor, por ganado. Y ovino. Siempre sería preferible que, al estilo Churchill, nos anunciaran que el horizonte solo presenta un escenario de sangre, lágrimas, esfuerzo y sudor, pues no es otra la realidad que estamos viviendo desde hace dos meses y la que nos espera. Ambas muy alejadas de las alegres salvas de aplausos de los balcones al ritmo del Resistiré del Dúo Dinámico.

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