Réquiem por el Centro

22 de julio 2025 - 03:08

Subí a las redes sociales fotos de varias calles del Centro, de cuando aún eran calles y no decorados lo que había, cuándo aún el Centro era algo más que esta tramoya para turistas.

Calles aún con fruterías, carnicerías, tiendas de juguetes, de reparación de calzado, relojerías de aquellas donde un señor se incrustaba una lupa en el ojo y miraba con minuciosidad las tripas de tu joya tan querida en la muñeca. Hasta había supermercados y tiendas de ultramarinos. Cerraron una tras otra. Ahora todas las tiendas son la gran franquicia del exotismo barato.

Aburren las calles. Una tienda tras otra con lámparas turcas, paraguas chinos, camisetas quién sabe de dónde y ventiladores de mano de baratillo. De Granada no queda casi nada en este bazar global donde el único criterio es el margen.

En Bib-Rambla abren ‘focaccerias’ y al lado una tienda de inciensos y otra con turrón en pleno agosto. Lo llaman libre comercio; yo le digo pérdida. Hasta los turistas bostezan.

Y si te vas de tapas pues ya ni te digo. Cuando no son congeladas, las croquetas pintan prefabricadas en bares sin sustancia. El centro ya no tapea. Si quieres sabor, vete al Zaidín o la Chana.

Y para tomar algo ya más fuerte, sólo nos queda el ‘Meat Market’ de Ganivet, donde el bótox y el maquillaje es la nueva liturgia: sin conversación, pero con volumen, pose, caras inexpresiva y poca gracia.

Cuesta recordar el Centro como lo hace, nostálgica, una seguidora en redes. Aquel espacio entre señorial, entrañable, marginal y castizo donde ibas a ver y saludarte con ese sabor local al que aún alcanzaba el bolsillo del sufrido obrero que ya ni lo habita. Ahora todo es un decorado de ‘insta’ de inmuebles vacíos preparándose para el alquiler turístico.

Carlos Cano me lo dijo hace décadas en una entrevista: “Cuidado con el mestizaje como producto”. Tenía razón. Se coge un poco de cada cultura, lo mezclas con otras cuantas cositas vanas y listo. Cuando lo que interesa es sólo hacer caja, todo le sobra. Sólo recaudan y a otra cosa.

Las calles del Centro murieron de puertas adentro y solo les queda el afeite por fuera. Las maquillaron de exotismo como a ciertos muertos en el funeral que lucen tan arreglados que el maquillaje los delata. Aunque ni entierro merece esta muerte lenta, sin llanto y sin rebeldía. D.E.P.

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