Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Los templos y la Cultura

Volveré al próximo festival Sulayr del Poqueira y espero volver a disfrutar de la sacralidad de las músicas

Acudí a Pampaneira el pasado verano a disfrutar del Festival Sulayr que ocupa y da vida a los pueblos del Barranco del Poqueira. Lo recuerdo con deleite y cariño. Paseé por las callejas empinadas, entre los tinaos y los blancos muros de las casas y, con grata sorpresa, entré a la hermosa iglesia del pueblo para disfrutar también allí de alguno de los conciertos programados. La alegría del gentío todo lo llenaba para satisfacción de las gentes del común que lo disfrutamos. También el templo.

Saludé a bastantes amigos entre las riadas de visitantes que llenaban de vitalidad el pueblo durante esos días. Cómo alegra ver espacios normalmente solitarios rescatados para la gente con un contenido que les quita la sensación de cartón piedra que deja todo lo que se turistiza pero por dentro está vacío.

Recuerdo ahora aquella excursión dominical al hilo de la noticia de que el párroco de aquellos lares, Alfonso Aguilar, fue destituido y trasladado precisamente por aquel uso cultural de un espacio sagrado que yo mismo pude disfrutar. Sorprende e inquieta al mismo tiempo.

Nos faltarán datos a los que hemos valorado el asunto como un atropello de la jerarquía. Por lo que sabemos, ningún espíritu de bien puede quedarse al margen. Doctores tendrá la Iglesia, claro, y seguramente habrá explicaciones muy sesudas para este tema, pero también hay gente necesitada de un día a día manifiestamente mejorable.

Incomprensible medida. Desde fuera parece que en lugar de premiarse la actuación inteligente y pragmática de un párroco sensible a las necesidades reales del territorio donde ejerce su labor pastoral se opta por la amonestación y el traslado forzoso, medida que ha sentado fatal en la zona donde se valoraba con mucho afecto la labor esforzada de un sacerdote incardinado en su presente en unos tiempos tan secularizados en que cuesta leer algo bueno sobre ellos en los medios.

Volveré el próximo año al festival Sulayr del Poqueira, claro. Y espero poder disfrutar de la sacralidad de las músicas y cantos que tanto elevan el alma en mitad de aquellos campos cada vez con menos cultivos. Y entraré a la iglesia, cómo no, con el deseo de que tenga también vida cultural en la creencia tan compartida de que lo excelso de la música nunca puede ofender a lo sagrado, menos aún si es para dar vida, sentido y arraigo a los parroquianos que la frecuentan.

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