Una brecha enorme

Las políticas que se han hecho desde Andalucía no han servido para acercar la región a los niveles medios de riqueza del conjunto de España

Andalucía se situó en 2021 a la cola de todas las comunidades autónomas de España en PIB real per cápita, según los últimos datos de contabilidad regional hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que confirman otros anteriores del Banco de España o de Fedea. Esta realidad, que contradice el discurso triunfalista de la Andalucía imparable que se transmite a diario desde la Junta, demuestra las enormes dificultades que tiene la región para articular políticas que le permitan una convergencia real con la riqueza media de España. Frente a los 34.821 euros por habitante de los que disfruta Madrid, los andaluces nos tenemos que conformar con 18.906 y la media nacional está establecida en 25.498 euros. Según el estudio del INE, Andalucía ha perdido convergencia real en el periodo 2000-2021, mientras otras comunidades, significativamente Extremadura y Galicia, la han ganado. Es evidente que durante las últimas décadas Andalucía ha hecho un esfuerzo para mejorar la situación de sus ciudadanos y corregir los grandes déficits que la separan de los indicadores nacionales de bienestar. Pero es también una evidencia que no ha sido suficiente y que la brecha sigue siendo enorme. Sería absurdo, por irreal, atribuir esta situación en exclusiva a los sucesivos gobiernos autonómicos, sean estos los del PSOE, que estuvieron décadas en el poder, o los del PP, que van a cumplir ahora cuatro años en el Palacio de San Telmo. Andalucía es víctima de un modelo de desarrollo nacional que en su momento concentró la industria en Cataluña, el País Vasco y Madrid y especializó otros territorios, entre ellos el nuestro, en la agricultura y en la exportación de mano de obra barata a los centros industriales. Ese modelo, que hunde sus raíces en el final del siglo XIX, está vigente sin que la estructura autonómica del Estado lo haya cambiado sustancialmente. Aun así, es necesario subrayar que la política que se ha hecho desde Andalucía para corregir esta situación ha cosechado un fracaso palmario.

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