CajaGranada versus 'Caixa' CajaGranada versus 'Caixa'

CajaGranada versus 'Caixa'

Decía Thomas Mann que "profundo es el pozo del pasado y que es mejor no sondearlo". Pero siendo necesario conocer el pasado para entender el presente, quizás haya que sondear el bajo fondo de los tiempos.

He leído los escritos que mi antiguo compañero Luis Mendoza ha lanzado sobre su complacencia con las fusiones sucesivas de CajaGranada hasta su total desaparición, es decir, hasta el pozo profundo de su cárcava. Y ello me obliga, en el rastrojo de mi olvidado ejercicio de contrastación, a alumbrar con el farolillo de Diógenes la búsqueda del sentido humano que este famoso griego, el Cínico, buscaba por las calles de Atenas.

Al parecer a Luis Mendoza sólo le preocupa, negativamente, lo que dice la CNMC, especialmente en lo relativo a la cobertura de los servicios a entidades poblacionales, dónde hasta ahora la Caja de Granada prestaba sus servicios. Aparentemente lo que diga la CNMC parece traerle al "pairo" a mi antiguo compañero, así como la labor que durante tantos años prestó la Caja en cumplimiento de sus estatutos sociales y del Estatuto Fundacional de las Cajas de Ahorros. Parece que Luis ha olvidado los años en los que vivió y predicó a doquier la bondad constitutiva de estas entidades, hoy perdidas por la mala gestión de sus dirigentes y el desembarco de guerreros dispuestos al descanso y al enriquecimiento. Quede claro, las Cajas no han desaparecido por la inconsistencia del sistema, sino por el mal uso que se hizo de las mismas con posterioridad a los programas liberalizadores emanados de una autoridad monetaria, que en otros tiempos controlaba la gestión de las mismas y protegía su finalidad social. Pero, ¿qué es eso de finalidad social? Entre otras cosas lo que pide la CNMC, porque los controles del Banco de España pasaron a formar parte del pasado por los nuevos modelos de la escuela de Chicago, Reagan, Thatcher, Hayek o von Mises y que en España tienen su fiel representante en el llamado Daniel Lacalle. Todos estos predicadores defendieron la libertad absoluta del sistema económico, incluido el financiero y ello desembocó en la práctica de las "subprime" y la estafa financiera mundial inventada por los "genios" de Lehman Brothers que sometió a la economía mundial y a la española en particular a una crisis mayor aún que la derivada de la pandemia. En aquel entonces fue necesario poner encima de la mesa el dinero de los españoles, el IVA y las tasas del IRPF más altas de la historia de España y los niveles de hundimiento de empresas y paro desconocidos. Es decir, en aquellos años, los particulares pagamos con profusión y engaños los platos rotos de aquel aquelarre financiero neoliberal. Mi compañero deberá recordar que el sobrecalentamiento de la economía española de 1990 lo corrigió Mariano Rubio congelando el crédito e impidiendo una burbuja como la ocurrida en los primeros años de nuestro siglo XXI.

Algunos, que hemos estudiado las fusiones de las Cajas de Ahorros como modelo frente a las exigencias de capitalización en nuestra incorporación a los sistemas europeos, concluimos que las tan cacareadas economías de escala no se presentan en el proceso de fusión, debido fundamentalmente a las particularidades del sector y escasos criterios de competitividad derivados de un mejor posicionamiento después de la fusión. Las problemáticas surgidas con posterioridad y que fueron consecuencia de la falta de control de la Autoridad Monetaria, permitió que falsos técnicos asumieran la gestión de estas entidades invadidas por una legión de guerreros en descanso, incluso con el apoyo de alguna sentencia de tribunales de justicia que es mejor no recordar. La burbuja inmobiliaria sostenida por la financiera en entidades fuera del control riguroso de otros tiempos hizo el resto. Ya en años precedentes alguna de estas entidades sustituía el ahorro de los humildes y mayores por inversiones en fondos estructurados o no estructurados y cuyas operaciones se las anotaban en cartillas de ahorro. Ahora parece según Luis Mendoza, exdirectivo de la Caja de Granada, que es mejor que la entidad haya desaparecido, que los clientes no van a sufrir el cambio de entidad, que los empleados después de la tremenda escabechina (cuyo ejecutor ha sido el sr. Mendoza) han salido ganando y que la entidad resultante, que al parecer traslada su sede regional a Málaga va a salir beneficiada. Vamos, todo un despropósito, pues se ha perjudicado a Granada, a los empleados, a la historia de esta entidad y a los clientes, pues como ya sabemos, los movimientos de concentración, propios del sistema, tienden al monopolio y eso perjudica a todos y beneficia a muy pocos. Por eso en Estados Unidos hay una ley antimonopolio que Europa no ha sabido implantar. Y si esa ley se implantó en EEUU es sencillamente porque el monopolio (tendencia esencial del capitalismo salvaje) es perjudicial para el sistema de la competencia y eso es atribución de la CNMC. De esto ya ha avisado la UE.

En definitiva, los escritos de Luis Mendoza parecen ir dirigidos a agradar a los altos constituyentes de la nueva entidad más que a los usuarios, empleados o a aquellos que aún quisieran suponer que hemos perdido un excepcional instrumento de contribución a mejorar la maltrecha economía provincial.

Con ello me refiero, en comparación, a la gran contribución que en su momento el Banco de Granada hizo a nuestra economía desde su estrategia de Banco Industrial y la escasa dedicación e importancia que tuvo para su entidad adsorbente, precisamente la Caixa.

Es por ello que si sondeamos el pasado nos exponemos a recibir clamorosas sorpresas.

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