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Al final del camino
Tribuna de opinión | Infraestructuras
Granada/Imaginemos por un momento que aquí, como en Suiza, los proyectos y leyes tienen que ser aprobadas en referéndum. Imaginemos que el proyecto de la Ronda Este o Cierre del Anillo de la circunvalación de Granada es sometido a una consulta popular. Imaginemos que a mí, como ciudadana de a pie, se me pide que defienda el sentido de mi voto. Un voto que tengo muy claro: un NO rotundo. ¿Por qué?
NO, porque la considero innecesaria. Las infraestructuras de transporte necesitan una gran cantidad de fondos públicos y tienen un enorme impacto ambiental. Por tanto, es imprescindible hacer un análisis independiente y riguroso sobre la necesidad de construirlas. ¿Es necesaria la Ronda Este? Según los datos del Plan de aforos de la Junta de 2019, se estima que el tráfico que circularía por ella sería de unos 15. 000 vehículos diarios, una pequeña cantidad comparada con los más de 140.000 que transitan todos los días por la circunvalación o GR-30. Para dar servicio a estos vehículos y ahorrarles unos kilómetros en su recorrido entre Huétor Santillán o Cogollos y los pueblos de la Carretera de la Sierra y del Sur de Granada y, viceversa, nos gastaríamos 147 millones de euros. Este era el coste del trazado escogido hace más de una década por la Junta de Andalucía, con solo un túnel y varios viaductos, que partía de la zona Sur de Cenes y llegaba a Jun con una bifurcación hacia la A-92, en la salida de Víznar-Alfacar. Hoy, el coste inicial de este proyecto quizás roce los 200 millones de dinero público procedente de los impuestos de todos nosotros. El coste final, seguramente, sería mucho mayor.
NO, porque aumentaría la contaminación de Granada y no resuelve sus atascos. Según este proyecto, la Ronda Este conectaría en las proximidades de Los Pinillos, junto a Cenes, con la A-395 que tendría que transformarse en una autovía con dos carriles en cada sentido desde este punto hasta los túneles del Serrallo, destruyendo las muchas huertas que hay en este tramo de la Vega del Genil. Lógicamente, Cenes y Lancha del Genil se verían afectados por una mayor contaminación provocada, no solo por los 15000 vehículos que parten de los pueblos arriba mencionados, sino también por los muchos vehículos procedentes de la A-92 con destino a la costa o a la parte Sur de la capital y, viceversa, que decidieran tomar esta Ronda Este. De este modo, introduciríamos en la ciudad, a través de la Ronda Sur, miles de vehículos que incrementarían su contaminación, además de congestionar y aumentar los atascos en dicha Ronda. Sin embargo, no se resolverían los crónicos atascos de la circunvalación, cuya única solución es el menor uso del trasporte privado. Granada es la segunda ciudad española en la que los conductores pierden más minutos en embotellamientos. La Ronda Este no solucionaría este problema.
NO, por su alto impacto ambiental y cultural. La Ronda Este debe atravesar un terreno montañoso, en el que además de un túnel y varios viaductos, sería necesario hacer grandes desmontes. Los viaductos y desmontes tendrían un impacto paisajístico enorme que perduraría en el tiempo, destruyendo el paisaje de esa zona tal y como lo conocemos hoy. En ese trayecto la Ronda pasaría por el valle del Darro, por el Cortijo Jesús del Valle, declarado BIC y por terrenos pertenecientes al Patronato de la Alhambra, quién ya presentó alegaciones en contra del proyecto de la Junta. Es decir, la ejecución del Cierre del anillo afectaría negativamente a nuestro patrimonio natural e histórico.
NO, por los muchos y oscuros intereses económicos ligados a este proyecto y por su escasa rentabilidad social. Como decía antes, es imprescindible hacer un análisis independiente y riguroso de la necesidad de las infraestructuras de transporte dado su alto coste e impacto ambiental. Sin embargo, todos tenemos en la memoria la construcción, hace unos años, de aeropuertos sin aviones o autopistas sin coches. ¿Por qué se han hecho si no eran necesarias? Primero, porque muchos políticos alimentan la creencia de que esas infraestructuras son un símbolo de modernidad y desarrollo de la ciudad donde se construyen. Y, segundo, porque la construcción de infraestructuras produce un enorme beneficio a las grandes empresas que las realizan, grupos de presión con excelentes conexiones con los gobiernos locales, autonómicos o nacionales. Pero no nos engañemos, la construcción de la Ronda Este no va a incrementar el desarrollo económico, turístico o social de Granada, ni tampoco la ciudad se va a quedar atrás por no tenerla. Sin embargo, sí va a aumentar el negocio de algunas empresas, por lo que es lógico que la Comisión de Infraestructuras de la Confederación Granadina de empresarios declare que la Ronda Este es una estructura prioritaria para la ciudad que ellos llevan años reclamando. De esta comisión forman parte los Constructores Inmobiliarios defensores, lógicamente, de la nueva Ronda, ya que como parece, ligada a ella iría la construcción de miles de viviendas.
NO, debido a la emergencia climática en la que nos encontramos. El Cambio Climático nos obliga a todos a actuar para mitigar sus catastróficos efectos. Lo más imperioso es disminuir drásticamente las emisiones de CO2, causante principal del Calentamiento del Planeta. Y gran parte de este CO2 procede de la quema de combustibles fósiles, como el gasoil y gasolina de nuestros coches. Por tanto, es necesario usar menos el coche privado y más el transporte público. Hacer una autovía para que haya más vehículos emitiendo contaminantes no tiene mucho sentido.
NO, por motivos de salud. A la luz de los nuevos informes científicos, la OMS ha actualizado los umbrales de los principales contaminantes atmosféricos, por encima de los cuales el aire que respiramos es perjudicial para nuestra salud. Durante los últimos diez años, Granada ha superado casi a diario los límites de NO2 considerados seguros hasta este momento (40 microgramos por m3 de aire). De acuerdo a los nuevos umbrales, la capital lleva muchos años cuadruplicando la cantidad de NO2 estimada segura para la salud humana (10 microgramos por m3 de aire). En otras palabras, el aire que respiramos en Granada y su área metropolitana daña seriamente nuestra salud, especialmente, la de niños y ancianos. Puesto que estos contaminantes atmosféricos proceden en nuestra capital del tráfico rodado, la solución pasaría por la disminución de vehículos en la ciudad y su área metropolitana y no por la construcción de la Ronda Este que solo incrementaría el tráfico y la contaminación ya existente en la ciudad.
Pero sigamos imaginando. Imaginemos que aquí, como en Suiza, los ciudadanos pueden promover proyectos y estos son votados en referéndum.
Votaría SÍ a una propuesta que obligara a invertir los millones de euros que cuesta construir el Cierre del anillo en hacer de Granada y su área metropolitana un espacio libre de contaminación.
Las actuaciones que habría que realizar para conseguirlo son bastante claras: construir un transporte público rápido y no contaminante, como buses eléctricos con su propia plataforma o tranvías, que conecte los núcleos urbanos del área metropolitana entre sí y con Granada; crear una red de carriles bicis que permita recorrer el área metropolitana de forma segura con infraestructuras verdes que favorezcan su tránsito durante el verano; devolver a la Vega parte del verdor perdido, restaurando las riberas de los ríos Genil, Monachil y Dílar y recuperando las choperas desaparecidas. Y en la capital habría que sustituir la flota actual de autobuses por otra eléctrica, instaurar zonas de bajas emisiones con tráfico restringido, aumentar el número de calles peatonales y, claro está, plantar decenas de miles de árboles. ¿Estamos quizás imaginando demasiado?
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