¿Acepta el debate?
Es bien sabido que de vez en cuando emergen demagogos extremistas en todas las sociedades, incluso en las democracias saludables. Una prueba esencial para las democracias no es si afloran o no tales figuras, sino si la élite política y, sobre todo, los partidos políticos se esfuerzan por impedirles llegar al poder, manteniéndolos alejados de los puestos principales, negándose a aprobarlos o a alinearse con ellos y, en caso necesario, haciendo causa común con la oposición en apoyo a candidatos democráticos”. Pág. 15
“Capturando a los árbitros, comprando o debilitando a los opositores y reescribiendo las reglas del juego, los dirigentes electos pueden establecer una ventaja decisiva (y permanente) frente a sus adversarios. Y dado que estas medidas se llevan a cabo de manera paulatina y bajo una aparente legalidad, la deriva hacia el autoritarismo no siempre hace saltar las alarmas. La ciudadanía suele tardar en darse cuenta de que la democracia está siendo desmantelada, aunque ello suceda a ojos vistas.” Pág. 112. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, Cómo mueren las democracias, Editorial Ariel.
No hará falta recordar a quienes provienen del movimiento comunista el párrafo de Rosa Luxemburgo en su libro La Revolución Rusa: “La libertad es siempre y exclusivamente libertad para aquel quien piensa diferente”. (...) “La libertad, sólo para los miembros de gobierno, sólo para los miembros del Partido, aunque muy abundante, no es libertad del todo. La libertad es siempre la libertad de los disidentes”.
Todos estos recordatorios van dedicados a Amparo Rubiales, Delegada del Gobierno en Andalucía, que lo fue del Gobierno de Felipe González. En aquel tiempo ni se le ocurrió insinuar algo parecido a su intento de días pasado de recoger firmas para expulsar a Felipe González del PSOE. Ya intentó algo parecido con Alfonso Guerra sin que se sepan las razones que arguye para calificar de derechistas a ambos dirigentes históricos. “Asegúrate de que el árbol del que quieres hacer leña, no sea el que alguna vez te dio sombra”.
En el seno del PSOE hay aún una ínfima y cualificada minoría de militantes que rechazan este “nuevo socialismo” y que les duele profundamente ver cómo se liquida totalmente la ideología y los programas socialdemócratas que ellos construyeron, y por los cuales lucharon contra la dictadura franquista y dieron los mejores años de su vida en hacer posible la transición de la dictadura a la democracia. Fueron los gobernantes lúcidos del nuevo periodo democrático desde 1979 en los ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autonómicos provisionales, y desde 1982 hasta 1996 en la dirección del Gobierno de España. Pero, por desgracia, estos dirigentes antifranquistas y socialdemócratas convencidos fueron defenestrados del Nuevo Socialismo y hoy no tienen ningún peso orgánico ni político en el PSOE.
Se supone que Amparo Rubiales no tendrá el más mínimo inconveniente en mantener un debate abierto con Felipe González para que nos haga saber a quienes seguimos considerándole el padre de la socialdemocracia del PSOE datos y razones para expulsar al Felipe del PSOE que él y muchos con él ayudaron a recrear.
Tal vez Amparo Rubiales no estaba cuando Ramón Rubial, ese adorable y venerable socialista que presidió el PSOE durante toda la etapa de la Transición y los años del Gobierno de González, nos hizo saber que “hay que ser patriotas del partido socialista si ese partido es fundamental para los intereses de España. Si no es así, para nada sirve ese patriotismo”. Y Felipe piensa, y otros muchos con él, que estamos en la segunda versión del patriotismo. Pero tal vez, Amparo Rubiales nos podrá demostrar la peligrosidad de un Felipe González devenido en un “indeseable derechista” indigno de militar en el partido que él contribuyó a sacar de las cenizas y donde Amparo fue siempre bien acogida y remunerada. ¿Acepta el debate?
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