La tribuna

Disparar a la vieja Europa

Disparar a la vieja Europa
Rosell
César Romero
- Escritor

Al doblar la última página del medio millar largo de los Diarios de Stefan Zweig, un amigo, lector paciente y minucioso, comenta: ¡Qué hombre más atormentado por el destino de Europa! Así eran los intelectuales europeos en los tres primeros cuartos del siglo XX. ¿A qué intelectual hoy le quita el sueño el destino de Europa? En el supuesto de que haya (si la vara de medir cacúmenes es Byung-Chul Han, premio Princesa de Asturias, habrá miles: nunca tan inanes simplezas tuvieron tal eco), ¿aún queda alguno por despotricar contra la vieja Europa? Lee uno cualquier periódico, escucha sesudos análisis y no falla: Europa es diana de continuos dardos, de vilipendios sin tasa. La vieja Europa no necesita invitar a un joven político yanqui, que tal vez sepa mucho de sus Apalaches natales pero apenas nada de la densa y larga Historia de Europa, para que les cante las cuarenta en su casa: ya tiene a sus propios presuntos intelectuales para fustigarla.

Sí, el ejército de Israel ha masacrado al pueblo palestino y Europa no ha hecho nada. Sí, el ejército ruso lleva cerca de cuatro años agrediendo al ucraniano y Europa no ha hecho nada. Es el trazo grueso con el que tanto supuesto intelectual denigra a la vieja Europa. De entrada, ejercer el pensamiento y hacer trazos gruesos es pura contradicción. Para tuits, eslóganes o breves titulares ya están dirigentes políticos, curtidos novelistas, tertulianos acomodaticios y tuiteros deseosos de quince segundos de fama. Pensar es otra cosa. China aparte, y basta compararnos para ver la sideral distancia, Europa es la más vieja civilización que existe, por no decir la única. Europa es el respeto al derecho, es regirse conforme a la razón, la decantación, tras siglos de depuradas experiencias, de una civilización. Esto es ahora puesto en entredicho, menospreciado. No pocos europeos parecen sentir un cosquilleo genital ante la mera imagen de Trump. Éste sí que actúa, no nosotros, dicen. Pero ¿qué novedad trae Trump? Saltarse a la torera el derecho, faltar a su palabra, si la tiene, ¿es actuar novedosamente? En Europa ha habido decenas de Trump. Aquí tuvimos no hace mucho a Jesús Gil, otro millonario metido en política tras usar el espectáculo (el fútbol) y la televisión para ganar fama, de igual zafiedad, aunque sin mujer modelo-florero, y con idénticas recetas expeditivas e ilegales para arreglar su municipio. Si algo tiene Europa es Historia: ¿qué vienen a descubrir?

Sí, Netanyahu ha arrasado Palestina y Europa no ha hecho nada. Pero Netanyahu se cuidará de pisar la mayor parte del suelo europeo, el de los países que reconocen al Tribunal Penal Internacional: corre el riesgo de ser detenido y juzgado. Algo común a Putin. En esta vieja Europa están sujetos al derecho. Sí, el enemigo está a las puertas y no mandamos un ejército. ¿Qué ejército? Quienes critican a Europa por no hacer nada, ¿empuñarían un arma para defenderla? ¿Se alistarían como los jóvenes ingleses, franceses, etc. en la Gran Guerra? ¿Renunciarán a prestaciones de su bienestar social a cambio de dotar a un ejército profesional común? Es tan fácil denostar a la vieja Europa, tratarla con el desprecio con que se ignora a los viejos cuando son arrumbados. Pero los viejos ya pasaron por ahí. A Europa, fruto aquilatado de siglos de guerras y pensadores y juristas, y millones de muertos, la vertebra el respecto al derecho y vivir conforme a la razón. Ésa es su más poderosa arma. Es la mayor civilización que ha existido y un país nacido de ella la está traicionando. Los seculares enemigos de Europa se han encontrado con esta inesperada, y tan bienvenida, quinta columna. Y los denigradores de la vieja Europa, en vez de pensar en el perverso efecto rebote de sus críticas, las redoblan, como si hubieran nacido en Moscú o a orillas del Yangtsé. Será que Europa, cuyo destino tanto atormentaba a Zweig, en verdad les trae al pairo.

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