La tribuna

Incongruencias de la campaña contra Israel

Incongruencias de la campaña contra Israel
Juan Ramón Medina Precioso
- Biólogo Y Escritor

Inesperadamente, una sencilla pregunta ha sobresaltado a los promotores de la campaña contra Israel: suponiendo que la selección israelí llegase a la etapa final del campeonato mundial de fútbol, ¿debería el Gobierno retirar a la selección española? Si los actuales ministros fuesen coherentes con lo que andan predicando respecto de Israel, la respuesta debería haber sido un rotundo sí, pero el portavoz López y la ministra Alegría han eludido responder nítidamente. El primero ha dicho que lo valorarán y la segunda que no conviene adelantar pantallas. Refugiándose en que es muy improbable que Israel se clasifique para la fase final, el oportunismo de ambos dirigentes no ha podido quedar más claro. Nos horroriza el genocidio y somos la conciencia de Europa, pero el fútbol no me lo toques. Porque lo cierto es que da lo mismo que Israel no se clasifique: puesto que ya está participando, nuestra selección debería dejar automáticamente de participar. Después de todo, no nos han borrado del Festival de Eurovisión porque Israel fuese a ganarlo, sino simplemente porque participaba. Por ahora no se sabe si los que dirigen RTVE han tenido en cuenta que la principal financiadora del festival es una empresa israelí y que, por tanto, lograr que Israel no participe supondría liquidarlo. A menos que algún oculto genio consiguiese que otra empresa lo financie, el verdadero dilema estribaba en decidir si las naciones se cargaban el Festival de Eurovisión o participaban junto con Israel. Probablemente, los dirigentes de RTVE se han limitado a plegarse a la campaña gubernamental. ¿Y qué decir del impulso que el Gobierno español regaló al boicot a la vuelta ciclista a España organizado en Madrid por el Comité Palestino de Boicot, Desinversión y Sanciones? Varios ministros lo alentaron y el delegado del Gobierno en Madrid no tomó las medidas policiales oportunas para que el boicot fracasase. Ya se ha anunciado que ese apoyo gubernamental al boicot debilitará la fama de España como anfitriona fiable para organizar competiciones deportivas internacionales. Puede que a los boicoteadores no les importe, pues no ondearon ninguna bandera española, sino solo banderas palestinas. En esa línea, la CUP, una organización catalana de extrema izquierda, quemó públicamente el jueves de la Diada no solo la bandera de Israel, sino también las de Francia y España.

¿Y por qué el Gobierno se sumó al boicot de la Vuelta ciclista solo en la etapa de Madrid? De hecho, en la etapa de Bilbao la ministra Elma Saiz declaró que “este tipo de actuaciones y manifestaciones no pueden poner el riesgo el desarrollo deportivo de una prueba.” Y la ministra Robles dijo por las mismas fechas que “somos muy críticos con Netanyahu, pero tenemos que ser muy claros y contundentes con este tipo de violencia sobre unos ciclistas que están realizando un deporte”. La ministra Alegría ha declarado: “La vuelta ciclista a Francia saldrá de Barcelona”. ¿Quiere eso decir que no habrá boicot en Barcelona a pesar de que también correrá un equipo israelí? ¿Por qué lo que era malo en Madrid no lo había sido en Bilbao, ni lo será en Barcelona? Hacen lo que sea por apaciguar a sus aliados plurinacionales, pero no son correspondidos. En efecto, han dicho los dirigentes de Juntos por Cataluña que la iniciativa del Gobierno de arremeter contra las empresas israelíes es un error porque ahuyentará muchas inversiones en Cataluña. No hace falta compartir su proyecto plurinacional para decir lo mismo respecto de las inversiones económicas y tecnológicas israelíes en el conjunto de España. También han denunciado los separatistas que la iniciativa del Gobierno de estimular las protestas contra Israel exhala un aroma electoralista. Han detectado indicios de que el propio presidente Sánchez espera que las movilizaciones por la masacre de Gaza desaten una ola de solidaridad que le aporte votos. En un arranque de sinceridad, así lo ha dicho explícitamente Patxi López. Por mi parte, me conformo con que los intereses de España no resulten dañados a consecuencia de las actitudes gubernamentales respecto de Israel. Y las consecuencias electorales me traen sin cuidado, que una cosa es guiarse por las convicciones y otra por los votos.

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