Atención: se ha perdido un niño
La costa granadina registra cada año unos 30 episodios de pequeños perdidos, aunque normalmente la situación se resuelve en diez minutos. Cada ayuntamiento establece su propio protocolo ante estas 'desapariciones'
El pequeño Antonio, de 4 años, estaba jugando en la orilla de la playa, cuando se despistó y no encontraba la sombrilla de sus padres. Así, siguió andando varios metros, hasta que rompió a llorar. Una mujer le llevó hasta los socorristas, donde permaneció hasta que su padre apareció. La madre permaneció junto a la sombrilla durante "los diez minutos más largos" de su vida, en los que gritó, lloró y vivió con angustia no saber dónde estaba su hijo. Cuando su marido llegó con el niño en brazos, se fundió en un abrazo con él.
Este tipo de episodios, que se repite cada verano (unos 30 al año) en las playas granadinas, suele tener final feliz, como comentan todos los vigilantes consultados por este periódico. "A los diez minutos suelen aparecer", señalan desde el puesto de Puerta del Mar, en Almuñécar, donde este año, afortunadamente, todavía no ha habido ningún caso. Y añaden que lo más importante en esos momentos es no perder la calma: "A veces los padres están tan nerviosos que no saben ni cómo es el color del bañador que llevan".
Un socorrista de Salobreña insiste en la importancia de que los familiares proporcionen los datos correctos: color de ojos, de pelo, de bañador, estatura, nombre, edad, si lleva camiseta o no y cómo es, si tiene alguna mancha en la piel... En la Villa, de momento, desde el 24 de junio, fecha desde la que están vigilando las playas, tan solo se ha dado un caso de un niño que se despistó en el mar, pero a los 5 minutos estaba resuelto.
También en Torrenueva saben ya este verano lo que es ver un padre agobiado al no encontrar a su hijo. Álvaro Morales, socorrista en el módulo de salvamento de Acapulco, explica "que el otro día se desorientó una niña, había ido a la ducha y luego no supo regresar donde estaban sus padres". El desenlace fue el mismo que en las otras franjas de litoral: "Tardamos sólo unos minutos solo en encontrarla, pero los padres lo pasaron realmente mal".
David Orihuela, coordinador de la empresa Serviola, que se encarga de la seguridad de las playas de Carchuna-Calahonda y Castell de Ferro, explica que existe un protocolo en cada municipio, que va en función del presupuesto que destine la entidad local a este fin. De ahí que haya localidades (no en la provincia de Granada), con megafonía en las que suele ser habitual el mensaje de "Atención: Se ha perdido un niño en la playa, que atiende al nombre de..." Aquí, lo que se suele hacer es ir a pie de playa e ir preguntando.
En 2013, Orihuela era el responsable de Protección Civil en Motril, y de esa fecha recuerda un caso de un niño que desapareció en Playa Granada y lo encontraron en la Playa de Poniente, por lo que el pequeño anduvo incluso kilómetros. "A la madre le iba a dar algo, nosotros nos ponemos en lo peor, pero lo que tenemos que hacer es transmitir tranquilidad a la familia", señala. En esos minutos de angustia, se pone en marcha un dispositivo de búsqueda por tierra, mar y aire. Incluso se avisa a las fuerzas de seguridad, como Policía Local. En aquel periodo puso también en marcha la sectorialización de las playas por colores, para acotar la búsqueda.
Y es que el coordinador de la Escuela de Rescate y Salvamento Serviola comenta que una legislación de 1972 regula que los ayuntamientos encarguen a determinadas empresas los servicios de vigilancia y socorrismo, por lo que los municipios gozarán de las prestaciones que aparezcan en los pliegos de condiciones.
Orihuela critica que en cada localidad haya una manera de proceder distinta y reivindica que haya regularización de esta profesión a nivel nacional, pues "es una gran responsabilidad la que tenemos en nuestras manos". De hecho, se encuentran a menudo en la playa con paradas cardíacas y las personas que trabajan allí tienen que saber actuar.
Por último, el técnico apunta que existe un perfil habitual de niño perdido y es el de pequeños que ya tienen cierta autonomía, aunque tengan una corta edad, es decir, de 4 años en adelante.
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