Calles con encanto: Colomera
La granada del siglo XXI
La tranquilidad y la belleza del paisaje son algunos de los principales atractivos de este pueblo de los Montes Orientales
Las calles empinadas y los olivares son sin duda dos de las características de Colomera, un pueblo situado a poco más de 25 kilómetros de la capital, que conserva en el entramado de sus calles la imagen de siempre. Pero este paisaje no es lo único que se puede destacar de un municipio al que cada vez llegan más visitantes por el simple placer de pasear y conocer muchos de los rincones que se pueden disfrutar en su territorio.
El puente y la calzada romana o el molino de Las Niñas, que se conservan en perfecto estado, son algunos de esos símbolos que hacen de esta localidad un rincón agradable, tanto para los turistas como para los que viven en él.
La tranquilidad y el sosiego se respiran al caminar por este pueblo de los Montes Orientales que, si bien no ha crecido demasiado en población (unos 1.500 colomereños habitan sus casas) ha ido adaptándose a los nuevos tiempos y ha conseguido mantener a muchos de sus residentes, gracias a su cooperativa de aceite y a algunas pequeñas empresas que son los principales motores económicos del municipio. Pero además de orgullosos de sus productos e incluso de su tejido empresarial, los habitantes de Colomera resaltan de su lugar de origen, el paisaje, los amigos y la calidad de vida, que para ellos, es algo que no tiene precio.
Y este encanto lo conocen no sólo los que viven en sus calles sino también todos aquellos que eligen este término municipal para realizar deporte al aire libre. El senderismo es una de las disciplinas que muchas personas practican cada fin de semana en la localidad granadina. Y es que el entorno natural de Colomera es uno de sus principales atractivos, más aún teniendo en cuenta la cercanía a la capital, que facilita a los deportistas y aficionados poder trasladarse para pasar el día y luego volver a casa.
Los que vienen de más lejos o desean disfrutar más profundamente de los encantos de este rincón de la provincia, pueden hospedarse en un alojamiento rural, La Posada de Colomera, que se ha convertido en otro de los símbolos del pueblo. Un edificio del siglo XVI que fue restaurado en 2004 y que ofrece a los visitantes no sólo la posibilidad de alojarse, sino también de disfrutar de rutas guiadas, paseos a caballo o visitas a la almazara de aceite, y que ha dado un importante empuje al sector turístico, en una localidad que tiene razones suficientes para explotar esta faceta.
Pero sin duda el olivar continúa siendo la principal actividad de la mayoría de los colomereños. Entre sus gentes es difícil encontrar alguno que no tenga en su familia alguna relación con el trabajo agrícola y es que el campo ha sido, como dicen muchos, lo que más ha contribuido al desarrollo de la localidad.
La cooperativa Nuestra Señora del Pilar es una de las más importantes y el aceite que se produce en su almazara goza de la distinción de la denominación de origen Montes Orientales, un sello de calidad para el aceite que sale de los olivos de este municipio. Junto con este producto, son conocidas por muchos las sábanas que se fabrican en una de las empresas, no agrícola, más destacada del municipio, Cisne Rojo, que vende su género no sólo en todo el territorio nacional, sino que también exporta al extranjero y que da empleo a bastantes colomereños.
Pero ante todo Colomera es uno de esos pueblos en los que cuando se entra y se camina, cuando se charla con sus gentes y se pasea, queda la sensación de haber estado en un lugar bonito, en todos los sentidos de la palabra. En un rincón en el que no hay demasiado ruido ni hay demasiada gente y en el que el aire se respira limpio. Y un sitio en el que recompensa subir por las empinadas cuestas aunque sólo sea para contemplar el paisaje.
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