Carataunas, en familia
La granada del siglo XXI
Es el municipio más pequeño en extensión de la Alpujarra y uno de los menos poblados y más tranquilos de la provincia
CUENTA el alcalde que en algunos momentos Carataunas ha sido el municipio de Granada con menos habitantes, hace tan sólo unos cuantos años. Las estadísiticas hablan ahora mismo de menos de doscientos y la realidad demuestra que en algunos momentos del año son bastantes menos. Hablan por sí solas las puertas sin cerrar. ¿Para qué? Allí todos saben a qué hora se levanta el vecino, qué persianas están cerradas entre semana, cuáles son las casas que sólo se llenan por vacaciones y a qué puerta pueden llamar para ir a dar un paseo o acercarse a comprar a Órgiva. Porque en Carataunas no hay tiendas, ni bancos, ni oficinas. Sólo paz. A la entrada del pueblo, aún en la carretera, hay una venta. Detrás de la barra, María López mira a un lado y a otro, cuenta unos siete u ocho vecinos y concluye: "Como vengan tres más ya no queda nadie en el pueblo".
Siguiendo un poco la carretera que une este rincón de paz con el resto del mundo se encuentra un hotel y un poco más adelante, pero aún dentro del municipio, la Ermita del Padre Eterno, con un cartel que anuncia que esa zona va a arreglarse pronto. En otro recodo del camino, lleno de curvas como cualquier ruta dentro de la Alpujarra, se ve una vieja mina. "Hace tiempo había gente que trabajaba en las minas de hierro, que se cerraron en los sesenta. Otros vivían del campo y el pastoreo", relata el primer edil, Salvador Rodríguez, "pero ahora el pueblo no tiene muchas perspectivas de trabajo", reconoce.
La mayor parte de los vecinos están jubilados. La antigua escuela se ha convertido en un centro Guadalinfo donde se imparten cursos. Una de las vecinas muestra una colección de artesanía hecha por ella misma de figuras creadas a partir de tejas. Aprendió a hacerlas en las clases y descubrió que no se le daba nada mal.
Lejos de las prisas y los sobresaltos, los vecinos de Carataunas disfrutan de la tranquilidad y el silencio, del aire puro y los paisajes de vértigo que ofrece el pueblo, construido a base de casitas blancas, de piedra encalada, siguiendo la arquitectura típica de la zona.
El municipio más pequeño en extensión de la Alpujarra guarda uno de sus secretos en el sótano del Ayuntamiento. Bajando las escaleras se llega a una exposición de pintura y una colección de fotografías que muestra algunos detalles de la zona. Una amplia plaza deja toda la libertad a los niños para jugar y a los ojos para ver las montañas y los valles que rodean el pueblo. Y el mirador principal está dedicado a Federico García Lorca, porque desde él se divisa el cortijo de Pollo-Dios, lugar donde, al parecer, se inspiró el poeta para escribir La casada infiel.
Carataunas es un lugar para sentirse en casa vengas de donde vengas. De hecho, buena parte de los vecinos son ingleses que han encontrado en este rincón de la Alpujarra un lugar ideal para vivir rodeados de calma y luz. Hace ya seis años que Mike y Jan Phipps se compraron una casa allí, en la que pasan unos cinco meses al año. Aunque "nunca en verano". "Demasiado calor"... Eligieron vivir en el pueblo y no en un cortijo a las afueras, porque su intención no era estar aislados, sino con los vecinos del pueblo y hacer vida con ellos. "La gente aquí es fantástica, acogedora, generosa y encantadora con nosotros", cuenta Mike. A menudo los vecinos de al lado los llaman y los invitan a desayunar, por ejemplo. Tienen cerca de 80 años y no saben ni una palabra de inglés. Jan todavía chapurrea el español. "A veces es difícil, pero bueno", se encoge de hombros. Y dibuja una sonrisa de oreja a oreja.
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