Historia

Fonelas ofrece su patrimonio paleontológico granadino como una ventana internacional al pasado con mucho futuro

La Estación paleontológica Valle del río Fardes es una infraestructura del Centro Nacional Instituto Geológico y Minero de España del CSIC

La Estación paleontológica Valle del río Fardes es una infraestructura del Centro Nacional Instituto Geológico y Minero de España del CSIC / Efe

Fonelas, un pequeño pueblo de Granada de unos 1.000 vecinos situado en la comarca de Guadix, ha convertido su riqueza paleontológica en una oportunidad de futuro gracias a una infraestructura de relevancia internacional enclavada en su entorno semidesértico que combina la investigación de vertebrados de dos millones de antigüedad con la visita pública.

Este municipio de la zona Norte de la provincia, a algo menos de una hora en coche de la capital nazarí, esconde una ventana en el tiempo que permite ver cómo era la fauna, el paisaje y el clima del Altiplano hace dos millones de años, viviendo un viaje al Cuaternario desde el Sur de España.

El proyecto conjuga investigación, geoconservación y divulgación, pero se caracteriza especialmente por su querencia al terreno para enriquecer a un entorno que quiere convertir el pasado en futuro para sobrevivir a la España vaciada.

La Estación paleontológica Valle del río Fardes es una infraestructura del Centro Nacional Instituto Geológico y Minero de España del CSIC, una finca de 25 hectáreas situada en unos barrancos del semidesierto de Fonelas que blinda uno de los yacimientos de mamíferos más singulares de la península.

Centro de referencia internacional

Pero también es un espacio singular de geoconservación que quiere ser parte del día a día de sus vecinos y aportar desarrollo y riqueza vinculados a su patrimonio. La estación incluye el Centro paleontológico Fonelas P-1, declarado patrimonio geológico español de relevancia internacional por la importancia de los restos de vertebrados de hace dos millones de años y que fueron descubiertos a principios de este siglo.

En esa apuesta por aportar desarrollo, la estación combina el estudio y la divulgación con su uso como museo desde el que viajar a lo que antaño fue un comedero de hienas "gigantes" que se aprovechaban de una zona inundada por un gran río en el que convivían especies autóctonas de la Europa de aquella época con otras de Asia y África.

El coordinador científico de la Estación Paleontológica, Alfonso Arribas Herrera, ha explicado a Efe que el IGME compró en 2010 la finca del yacimiento para convertirla en un recurso científico y natural para el medio rural, un museo vivo que permite conocer su importancia y ahondar en la vida del Cuaternario antiguo de forma atractiva y emocionante.

"Se ha desarrollado una infraestructura que geoconserva patrimonio paleontológico, divulga y oferta apoyo a la docencia en campo, con actividades científico-técnicas relacionadas con la mejora del conocimiento y de la conservación del sitio", ha añadido Arribas.

Ciencia al servicio público

Aunque la Estación podría parecer un proyecto más, nació con vocación de servicio público que va sumando visitas pese a un presupuesto modesto desde que abrieron en marzo de 2017. El Covid-19 cerró la agenda de visitas por este complejo que enseña en vivo cómo es el trabajo de campo en un yacimiento, pero que también permite sorprenderse ante el tamaño de los mamuts recreados junto a hienas, licaones y equidos.

Superada la pandemia, el centro ha reabierto y ha cumplido también uno de sus objetivos: "Generar empleo relacionado con la ciencia básica y hacerlo donde esta ciencia se encuentra, en el campo, dando empleo a especialistas en Ciencias de la Tierra y de La Vida en el medio rural".

Arribas ha incidido en esa diferencia, en el apego al terreno que permite a un pueblo como Fonelas presumir de una infraestructura de interés internacional y mostrar hitos científicos hasta ahora "hibernados".

Del esparto a la ciencia

La Estación crece en un espacio en el que antes solo había esparto y se nutre de un registro paleontológico singular que sirve también de motor para el turismo de interior y de naturaleza, ya que permite "pasear" por el patrimonio natural.

La visita a este espacio presenta cómo era la vida hace dos millones de años y a los mamíferos de un ecosistema ya desaparecido a través de sus huesos fosilizados, que se muestran en el mismo espacio en el que aparecieron mientras se escuchan historias singulares sobre la vida en el pasado.

Y mientras el turista descubre un viejo mundo, los científicos analizan la paleobiogeografía de distintas especies de grandes mamíferos y revisan la cronología de las primeras ocupaciones humanas en el sureste de la península.

La clave de este espacio, que no es un yacimiento, ni un museo, ni un laboratorio, pero que lo es todo, es que siembra ciencia y progreso para recuperar la vida.

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