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Granada, una de las provincias más afectadas en Andalucía por la la falta de precipitaciones

  • Según señalan los expertos, tanto en Granada como en Almería, el proceso de desertificación avanza de forma importante 

Vista de una zona afectada por la sequía.

Vista de una zona afectada por la sequía. / EFE

La escasez de precipitaciones registradas en lo que va de año está motivando que la sequía cada vez se deje notar más en la provincia de Granada, una de las más perjudicadas de Andalucía por la falta de lluvias. Algo que está motivando un descenso preocupante en las cuencas hidrológicas, según se desprende de un estudio realizado por el científico y meteorólogo José Manuel Viñas.

Una falta de precipitaciones que está motivando la falta de recargas de los acuíferos, y que está afectando de forma alarmante al sector primarios de muchas zonas de España, entre ellas la de Granada.

El comunicador científico y meteorólogo José Miguel Viñas ha certificado que 2021 no ha resuelto hasta el momento los problemas de agua y ha lamentado que, si bien "no se puede hacer una predicción de lluvias a largo plazo", las proyecciones climáticas apunten a "sequías más largas e intensas en el futuro".

El año en curso "venía arrastrando desde la primavera, incluso en parte del invierno, una cifra de precipitaciones por debajo de lo normal", a consecuencia de lo cual el otoño está siendo "más seco de lo habitual", como ya adelantaron las predicciones estacionales para octubre y noviembre, y ello supone un dato "malo, dada la situación de donde partimos", ha añadido.

Respecto a la situación de las cuencas hidrológicas "en este momento es preocupante", ya que registran un déficit, más acusado en las cuencas del Guadalquivir y el Guadiana respecto a la media de los últimos diez años.

Un estudio científico publicado en la revista digital 'Frontiers in Wazer' por investigadores de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich (Alemania) indica que España, junto a Francia y las áreas de los Alpes y el Mediterráneo como "puntos calientes" de sequías en un futuro.

La investigación advierte de que para finales del siglo XXI los episodios de sequía meteorológica como consecuencia del aumento de temperaturas podrían alargarse en la península ibérica más allá del verano, con una "tendencia a la desecación durante todo el año" y un "porcentaje decreciente de sequías estivales compensadas por inviernos húmedos".

El panorama resulta especialmente gravoso para los trabajadores del campo en comunidades autónomas como Andalucía, donde "encaramos dos años de carencias hídricas significativas" y unas perspectivas que "para nada son positivas", según el secretario regional de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), Cristóbal Cano, quien ha destacado que los datos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir son "los peores en los últimos 25 años".

Todas las provincias andaluzas sufren los efectos de esta sequía, aunque su incidencia está siendo mayor en la zona oriental, especialmente en Granada y Almería donde, según Cano, "el proceso de desertificación, además, está avanzando de una forma importante".

Otra zona muy castigada en este sentido está siendo la Región de Murcia y, en este caso, las comarcas más afectadas hasta el momento son el Altiplano y el Noroeste, según el secretario regional de UPA en esta comunidad autónoma, Antonio Moreno.

Aunque el invierno y la primavera han descargado algunas precipitaciones en el campo murciano, "lo que ha permitido aprovechar mejor las cosechas", el verano "ha sido seco" y las previsiones para lo que resta de 2021 siguen siendo escasas en lluvias, ha explicado Moreno.

Una apreciación planteada tanto por Viñas como por Cano y Moreno es que la disminución en la frecuencia de las precipitaciones no ha impedido que éstas registren una intensidad más elevada respecto a años anteriores.

Esto se traduce en grandes tormentas que descargan decenas de litros en pocos minutos, lo que provoca un incremento de la escorrentía: esa es la causa de que gran cantidad de este agua no termine en las reservas y se escurra hacia el mar sin llegar a ser aprovechada, ni para los acuíferos ni para los cultivos, lo que resulta perjudicial.

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