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Narila: La Alpujarra irrumpe en el 'procés' catalán

  • El alcalde de Blanes, que nació en esta pequeña localidad granadina, compara España con el Magreb

NarilaLa Alpujarra irrumpe   en el 'PROCÉS' catalán

NarilaLa Alpujarra irrumpe en el 'PROCÉS' catalán

Dicen que Narila, una pequeña población de la Alpujarra en la que durante el año viven apenas unas setenta personas, debe su nombre a una de las hijas de Boabdil, que se refugió en estos parajes antes de exiliarse para acabar sus días en la ciudad de Fez. Quizás imbuido por esta leyenda, el alcalde socialista de la localidad gerundense de Blanes, Miguel Lupiáñez, que nació en Narila para emigrar a Gerona con ocho años, dijo esta semana que en Cataluña se vive de otra manera. "Pasa igual con Dinamarca frente al Magreb, como España es distinta a Cataluña", afirmó Lupiáñez a Carlos Alsina en una entrevista en Onda Cero en la desafió al líder del PSC, Miquel Iceta, mostrando su contrariedad a la decisión de su partido contra el referéndum en Cataluña y posicionándose a favor de la consulta. La frase ha roto la quietud de un pueblo en el que, hasta que las sombras de la tarde no dan una tregua, sólo los perros y los gatos se atreven a pulular por sus calles. Conforme entre el verano, Narila volverá a acoger a los emigrantes que decidieron abandonar el anejo de Cádiar para buscar un futuro. En los setenta, la mayoría cogió su maleta con destino a Valencia y Cataluña.

En uno de esos autobuses se montó Miguel Lupiáñez con su padre, un agricultor que dijo basta a regar con su sudor la tierra y se fue con su familia a Cataluña. Y precisamente el alcalde de Blanes fue uno de esos emigrantes que el año pasado regresó a sus orígenes, a una tierra en la que quedó su abuelo, ya fallecido, que era tratante de ganado. Allí guardó a buen recaudo sus pensamientos políticos para participar en la elaboración de unas migas en la plaza del pueblo.

Llega la tarde y los vecinos, la mayoría jubilados, quedan sin necesidad de citarse por guasap en un banco a la entrada del pueblo, a la sombra de unos viñedos y de unos árboles de kiwi, que pese a su fama de fruta tropical crecen en las montañas. Miran con extrañeza al forastero que se acerca a ellos y, cuando confiesa que es periodista y que busca hablar del paisano alcalde de Blanes tuercen el gesto. Dicen que no quieren hablar de política, que este tema los tiene enfadados.

En el grupo está un primo de Lupiáñez, que también muestra su disgusto antes de entrar junto al resto de la reunión en una casa que hace esquina para que el pueblo vuelva a ser un desierto de silencio que rompe cada hora el tañir de las campanas de la iglesia o el motor de un coche que, de tanto en tanto, circula por las intrincadas calles.

José Javier Martín Cañizares es el alcalde de Cádiar y coincidió el pasado verano con Miguel Lupiáñez en las fiestas de San Roque. Es el momento que aprovechan los que emigraron a Cataluña para volver a los paisajes de su infancia y Lupiáñez se alojó en la casa de un familiar. "Estuvo moviendo las migas y también ayudó a entregar los premios de los distintos concursos que se organizan", recuerda sobre un paisano del que se sentían "orgullosos" por haber llegado a ser alcalde de una importante localidad de más de 40.000 habitantes. El alcalde de Cádiar reconoce que la mayoría de los habitantes de Narila, muchos de los cuales comparten el apellido Lupiáñez, se han sentido "ofendidos" por la comparación porque la noticia "se ha distorsionado un poco", aunque también hay quien se lo ha tomado con buen humor y ya busca comparaciones entre esta localidad alpujarreña y los escarpados escenarios naturales del Rif, en Marruecos. "Es parecido", ironiza un holandés que pasa la mayor parte del pueblo en su casa alpujarreña, que sólo abandona para trabajar en una televisión de su país. Porque lo cierto es que Narila parece suspendida en el tiempo, guarda todavía la autenticidad de esas localidades de la Alpujarra que no se han convertido en una especie de parque temático para turistas.

Nadie sabe si el alcalde de Blanes volverá este verano a Narila para mover la sartén de las migas, aunque Martín Cañizares recalca que, "por supuesto", será bien recibido. En caso de que el primer edil de Blanes prefiera poner algo de distancia podrá alojarse en alguna de las dos casas rurales del municipio y participar en actividades como la ruta del vino o visitar los restos de la casa de Aben Humeya, el jefe de la rebelión de las Alpujarras de 1568-1570, cuando los moriscos se rebelaron contra Felipe II y volvieron a la religión musulmana. Derrotados, los moriscos acabarían siendo expulsados y muchos de ellos acabaron en el Norte de África. Otro espacio de la memoria de la niñez de Miguel Lupiáñez, que quizás se le cruzó en la entrevista con Carlos Alsina para comparar a España con el Magreb.

l Narila tiene en torno a setenta habitantes durante el año, aunque la población se triplica durante las fiestas de San Roque en agosto.

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