La Navidad reducida a cenizas
Los empresarios afectados intentaban encajar el golpe de perder sus negocios
Las empresas afectadas por el incendio de ayer basan en parte sus ingresos anuales en la ventas que hagan en Navidad. Una empresa de regalos y de juguetes, además de dos dedicadas a la distribución de bebidas alcohólicas, son las principales perjudicadas por el fuego. "Hemos echado por tierra la campaña de Navidad" apuntaba uno de los afectados "en unos segundos la Navidad se ha quedado entre las cenizas". Ahora, la mayor de las preocupaciones que tenía Gerardo y su padre, Marcos, eran "sus trabajadores", algo que le ocurría también al propietario de la nave de Almacenes Morón, que cuenta con una veinte de asalariados. "Todavía no me creo lo que estoy viendo, quiero despertarme de la pesadilla que estoy sufriendo" le decía a alguno de los amigos que iba a consolarlo.
Antonio tenía pocas ganas de hablar y menos con los periodistas. "No quiero decir una barbaridad de la que después me arrepienta" apuntaba. Antonio aguantaba como podía las lágrimas y la impotencia por no poder hacer nada para evitar que las llamas dejasen reducido a ceniza el interior de su almacén.
Mientras los bomberos intentaban apagar el fuego, apareció la madre de Gerardo, que pedía a los miembros del servicio de extinción de incendios que sacasen a su hijo, que estaba en el interior de la nave moviendo palés y mercancía para intentar atenuar al máximo los daños que sufría la empresa que tanto le había costado levantar a su padre y la cual él ahora regenta. Le ayudaba el trabajador que le había avisado cuando estaba en Granada. "He tardado media hora escasa en llegar", acertaba a decir.
También padeció el efecto de las llamas Francisco Martín Barranco, gerente de Distribuciones Hegaromar. Con gesto serio, aseguraba que "hemos sacado los ordenadores, el temor que tenemos es que el incendio llegue a la parte de atrás donde hay alcohol". "Cuando uno de los socios de la empresa me ha llamado, no me lo podía creer ni imaginar, esto es peor que un mal sueño", aseguraba.
El propietario del Lavadero Simoni, Mauricio González, tampoco salía de su asombro "me llamó la Policía Nacional y me dijo que tenía que quitar los coches que había en el porche de entrada al lavadero".
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