EL Valle, entre naranjas y limones

La granada del siglo XXI

El municipio ha apostado en los últimos años por potenciar su imagen turística y fomentar los alojamientos rurales

EL Valle, entre naranjas y limones
EL Valle, entre naranjas y limones
Rebeca Alcántara

04 de mayo 2010 - 05:01

Cada lugar que se visita tiene un encanto o una característica que lo identifican y lo diferencian de todos los demás. El color de los campos de cítricos es sin duda lo más notable de El Valle, un municipio compuesto por tres pueblos, Restábal, Melegís y Saleres, para el que la naranja y el limón no sólo son uno de los principales motores de su economía, sino que están presentes en su vida, su gastronomía e incluso sus fiestas.

A casi cuarenta kilómetros de la capital se sitúa esta localidad, con más de 1.200 habitantes. De los tres, Restábal es el que tiene la capitalidad del municipio. En él se encuentra el Ayuntamiento y hasta ahí se trasladan los vecinos de los otros pueblos para realizar algunas gestiones, lo que resulta sencillo gracias a la cercanía entre los tres núcleos de población, apenas un kilómetro y medio separa Restábal, de Melegís y Saleres. Aunque los tres pueblos no fueron un sólo municipio hasta el año 1972, la cercanía entre ellos ha provocado que su historia siempre haya corrido en paralelo, por lo que su fusión en la década de los setenta no supuso ningún inconveniente para los habitantes de las tres pequeñas localidades, que además en estas fechas comenzaban ya a sentir una merma en su densidad demográfica.

Volviendo a su riqueza económica, estas tierras a camino entre la Vega y la Costa, siempre destacaron por su fertilidad, lo que las hacía muy adecuadas para el cultivo, que ha sido el eje de su desarrollo. El olivo, otro de los cultivos que se pueden ver en los campos que rodean los pueblos, servía para evitar el deterioro de los cítricos ante el frío del invierno. La naranja y el limón, que en algunos momentos de su historia dejaron de valorarse como debían, vuelven a ser protagonistas no hace demasiados años y para darlos a conocer desde el municipio se decide crear una feria dedicada a su producto estrella. Los vecinos se muestran orgullosos de sus naranjas y sus limones y destacan que la feria atrae cada vez a más visitantes y además de contribuir a dar a conocer los frutos y la calidad de los mismos, ayuda a que El Valle sea cada vez más conocido dentro y fuera de la provincia de Granada.

Pero además de la agricultura en El Valle se viene desarrollando en los últimos años la faceta turística. Aunque no hay demasiados enclaves naturales, el Valle cuenta con algunos atractivos monumentales y con la tranquilidad y un paisaje verde, que lo rodea y que lo convierte en un lugar ideal para perderse durante algunos días. Los alojamientos rurales han ido tomando protagonismo. En los pueblos han optado por esta alternativa para convertirse en nuevo generador de riqueza. La relativa cercanía tanto a la capital como a la costa lo convierten también en un punto estratégico, sin olvidar que la riqueza de la comarca de El Valle de Lecrín, se ha convertido en un punto de la geografía granadina que cada vez atrae más visitantes.

La estructura de los tres pueblos resulta bastante similar, si bien es cierto que quizás Saleres es el que conserva una imagen con más influencia morisca, con callejuelas más estrechas y empinadas. La gente de El Valle es sencilla y agradable y las caras mayores destacan entre sus habitantes, aunque los nuevos vecinos empiezan a ser también más habituales. La población, envejecida, ha ido reduciéndose hasta la actualidad, sin embargo ahora parece que la fluctuación de número de habitantes se ha frenado, en parte gracias a la llegada de inmigrantes, algunos de ellos, ingleses que han encontrado en este rincón de la provincia, como en algunos otros, un lugar ideal para establecerse, adquiriendo viviendas para reformarlas y pasar el resto de sus días rodeados de belleza y sosiego. Esto es algo que los vecinos del municipio también han tratado de aprovechar surgiendo empresas que se dedican a dar a conocer el municipio entre alemanes, ingleses o franceses que puedan estar interesados en adquirir una vivienda rural.

Melegireños, restabeños y salereños pasean por sus calles tranquilos y se muestran felices de lo común y de lo particular, de lo que los hace ser parte de un todo y de lo que les recuerda que aún siguen siendo cada uno de su pueblo. Entre naranjos y limoneros duerme un municipio que huele a azahar.

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