Víznar,después de los recuerdos

La granada del siglo XXI

Conocido como el lugar donde se cree que está enterrado Lorca, este municipio disfruta de un valioso entorno natural, de un relevante empuje turístico y de una buena calidad de vida

La acequia conduce el agua que nace en Fuente Grande.
La acequia conduce el agua que nace en Fuente Grande.
Ester Araúzo

23 de junio 2009 - 05:01

Marcado por un hecho trágico que nadie olvida, Víznar colecciona muestras de cariño hacia Federico García Lorca en el barranco donde se piensa que está enterrado el poeta, a las afueras del pueblo. Más allá de los recuerdos, este municipio crece hoy sin olvidar ni los molinos y hornos que marcaron durante años la actividad de sus gentes, ni la acequia que discurre ahora bajo sus pies y que fue la responsable un día de que esta población naciera.

Se llama Fuente de Aynadamar o de las Lágrimas, que es su significado original, aunque en Víznar muchos la llaman simplemente Fuente Grande. La conducción de sus aguas hacia Granada, donde alimentaba al barrio del Albaicín -hablamos de hace cerca de mil años- fue lo que originó que se creara en su ribera la población que hoy conocemos como Víznar. Durante mucho tiempo la acequia permaneció a la vista por las calles del pueblo, aunque hoy está cubierta en buena parte. "Y ya no lleva tanta agua como antes", apunta una vecina, Concepción García. "El agua, como no es de nadie hay que repartirla con otros pueblos", se encoge de hombros.

Sentada con su marido y otros vecinos en la plaza frente a la iglesia parroquial, Concepción mira el reloj mientras espera para entrar a misa y cuenta las bondades de Víznar. "Aquí se vive divinamente. Hay un agua buenísima y un pan estupendo", resume. "Me asomo a la ventana y veo Sierra Nevada", sentencia dando a entender que no se puede pedir más en esta vida. Pero por si acaso, añade lo agradable que es el paseo a Fuente Grande, lo maravillosa que es la iglesia y lo bien que se come, mientras mira de reojo a su vecina Francisca Espigares, que tiene un mesón en el pueblo.

"Es un horno moruno que antiguamente se usaba para hacer pan", explica Francisca, que hoy cocina allí todo tipo de carnes y platos. La tradición panadera se conserva aún en Víznar, aunque algunos vecinos recuerdan con nostalgia los capachos donde antes se llevaba el pan a la ciudad y también los molinos de aceite y de harina que fueron parando su actividad, así como la antigua fábrica de tejidos, que ya cerró. Hoy en día, comenta Concepción (a la que también se la conoce por la mujer del Ratones), la gente trabaja en la panadería, en la obra, en fábricas como la de El Fargue, o están aún estudiando. "Hay muchos chiquillos", anota.

"También hay mucho jubilado", comenta Juan Mejías, que aunque nació en Ogíjares lleva más de cincuenta años viviendo en Víznar. "En la gloria", apunta él. Está sentado en una terraza con dos amigos, Gerardo Sánchez y Luis Romero. "Hay un mirador desde donde se ve toda la Vega. Por la mañana nos ponemos allí a la sombra", comenta.

Luis, también lleva mucho tiempo ya en Víznar, cuenta que el pueblo ha aumentado mucho su tamaño y que se siguen construyendo casas nuevas. Ha venido mucha gente de fuera, como él, en su día. "Ha crecido el doble o más", le secunda Gerardo, que lleva toda su vida en este municipio.

Entre los últimos cambios, los vecinos resaltan el nuevo Parque de la Libertad, que hace un año que se abrió. El alcalde, Luis Antonio Pérez, destaca también la instalación de 27 farolas solares en el camino hacia Fuente Grande, que funcionan de manera autónoma con la energía del sol. Además, el regidor señala que se va a acometer una remodelación integral de la plaza de la Constitución, se va a urbanizar una plaza nueva y se va a construir un tanatorio, proyectos a los que se suman un aparcamiento subterráneo y unos vestuarios en el campo de fútbol.

Mientras tanto, Víznar presencia el trasiego de gente que ve en este municipio un buen lugar para deshacer maletas, por lo menos por un tiempo. En el albergue juvenil, Leonor Jiménez, que trabaja de recepcionista, cuenta que allí reciben tanto a grupos concertados como a gente de paso y que muchas veces aunque el objetivo principal de la visita sea ver Granada, eligen para dormir la tranquilidad y el entorno de este municipio, que además, tiene a tiro de piedra el Parque Natural de la Sierra de Huétor, y por supuesto, el barranco de Víznar, punto ineludible de las rutas literarias que siguen el camino trazado por la vida y la obra de Lorca y que se detienen con especial emoción en este lugar marcado para siempre por su memoria.

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