Flujos migratorios

Las ciudades de Granada se feminizan mientras el campo es masculino

  • La necesidad de encontrar trabajo lleva a las mujeres a trasladarse a entornos urbanos

Las ciudades de Granada se feminizan mientras el campo es masculino

Las ciudades de Granada se feminizan mientras el campo es masculino / G. H.

Los movimientos poblacionales están motivados por cuestiones económicas, pero también de género. En la provincia de Granada, el entorno rural es predominantemente masculino, y envejecido, lo que sumado a la división del trabajo y la falta de oportunidades, está ocasionando que las mujeres emigren a las ciudades que poco a poco comienzan a ser eminentemente femeninas. Como ejemplo, en la misma capital existe una clara desproporción entre géneros, pues, según el estudio Despoblación y despoblamiento en la provincia de Granada, 1991-2020, de Nieto Calmaestra, hay 85,7 varones por cada 100 mujeres.

De hecho, es frecuente que el adjetivo ‘femenino’ vaya acompañado de ‘joven’ en numerosas zonas de la provincia, especialmente en la corona metropolitana y las zonas costeras, principales imanes de inmigración en el territorio, pero también en las principales cabeceras de comarca (Guadix, Loja y Baza).Por contra, zonas como el Altiplano, que está sufriendo la sangría poblacional, presenta una ciudadanía más masculina y envejecida, situación en la que se encuentran 84 entidades singulares de la provincia, donde la edad media supera los 60 años y, en muchas ocasiones, los 70, de acuerdo a los datos aportados por José Antonio Nieto en su estudio.

Por suerte, la realidad es de un tono gris y también existen zonas con una fuerte presencia de población joven y masculina, aunque se suele dar, de nuevo en el Cinturón y la Costa, donde la necesidad de mano de obra es más acuciante, lo que llama a una mayor parte de la población.

Estos desequilibrios extremos son los que, a la larga, condenan a la población, pues la ausencia de nacimientos se traduce en una reducción de la mano de obra, que suponen una reducción de servicios y oportunidades que obliga a los jóvenes a emigrar, en un círculo vicioso cuyas casuas, como apunta José Antonio Nieto, “hay que buscarlas en la incidencia pasada” y, al mismo tiempo, hacen complicado encontrar una solución, al menos a corto plazo.

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