Provincia

La crisis devuelve a miles de familias a la beneficiencia

  • Las parroquias de Loja interrumpen un mes la asistencia a los más necesitados tras recibir amenazas por el reparto de alimentos · Cruz Roja y Cáritas están desbordados

Doce litros de aceite, trece kilogramos de arroz, veintisiete latas de atún, once de fruta en conserva, tres paquetes de galletas, ocho latas de judías, doce litros de leche, ocho paquetes de lentejas, diez kilos de macarrones y nueve litros de zumos. Éste es el contenido de cada uno de los 140 lotes de alimentos que está entregando estos días Cáritas en Loja para las familias más necesitadas. Por una ración como ésta sus representantes han tenido que dejar de atender al público durante el pasado mes de octubre.

Las amenazas de algunos usuarios para que se les incluyera en la lista de beneficiarios llegaron a ser de tal calibre, que la organización decidió cerrar sus puertas hasta realizar el reparto. Casi un millar de familias en Loja dependen de Cáritas o Cruz Roja para ver atendidas sus necesidades más básicas, una cifra que no deja de aumentar, pero las ONG disponen cada vez de menos ingresos y la pugna por la ayuda empieza a ser muy dura.

En una nave del Polígono Manzanil cedida por una compañía textil lojeña esperan en cola casi un centenar de personas para recoger los alimentos que Cáritas les ha prometido. Uno a uno se presentan ante Emilia Cuenca, una de las responsables de la ayuda asistencial de esta ONG, para acreditar su identidad. Acompañados por algún familiar o vecino cargan en un coche los productos con los que alimentarán a familias enteras durante unos días. "Estamos desbordados, no hay día que no llegue una familia nueva pidiendo ayuda", explica Emilia mientras comprueba en su lista el nombre de uno de los beneficiarios.

Hasta hace un año la asistencia se gestionaba de manera espontánea, persona que llegaba a través de las parroquias, persona que era atendida por Cáritas. Pero en 2011 el chorreo de gente era continuo y establecieron un horario de atención al público (los jueves de 11:00 a 13:30 horas). El resto de la semana se emplean en hacer visitas para comprobar la situación de las familias y en buscar medios para atenderlas.

Llegan pidiendo ayuda para pagar el alquiler, el recibo del agua, de la luz, para comprar un billete de autobús, para comer o vestirse. Junto a Juan Pérez, Emilia sirve de enlace entre los que no llegan a final de mes y los beatos más solidarios del pueblo. Aseguran que ahora más que nunca las ONG trabajan gracias a las donaciones, porque las ayudas estatales han caído en picado, pero también las contribuciones personales han bajado por la crisis.

El perfil del necesitado es ahora más amplio y a muchos les da vergüenza recurrir a las ONG. "Esta familia es beneficiario de las ayudas gracias a que uno de los niños me confesó en la calle que estudiaban con velas", dice Emilia. Otras veces son los mismos vecinos los que alertan a las parroquias de personas (ancianos sobre todo) que viven solos en condiciones infrahumanas.

"Las mujeres son las que están sacando adelante a sus familias, porque los hombres no encuentran trabajo y ellas no tienen pudor en ponerse a limpiar casas o a cuidar enfermos. Se tiran a la calle a buscar como sea alimentos y dinero", añade Emilia.

Aunque están sujetos a preservar la identidad de sus usuarios, las ONG se han visto obligadas a coordinarse entre ellas para evitar la duplicidad asistencial. "Muchos van de asociación en asociación buscando todo tipo de ayudas, así que tenemos que comparar las listas entre nosotros", dice Juan Pérez, de Cáritas.

El grueso de los inmigrantes que viven por debajo del umbral de pobreza es atendido principalmente por Cruz Roja. El director de esta asociación en Loja, Paco Moya, dice que en el último año han contabilizado 1.745 usuarios, el doble de los que tenían en 2011. Lo que significa que casi 600 familias cumplen los requisitos para ser beneficiarios del programa Alimentos para la solidaridad. La mayoría viven con menos de 500 euros al mes, están endeudados o tienen alquileres que pagar y todos sus miembros están desempleados. La ONG les exige estar empadronado en la localidad y acreditar con documentos (informes de la seguridad social, cartilla bancaria, declaración de la renta...) tanto los ingresos como los gastos que tiene toda la unidad familiar.

"Y la previsión es que antes de que acabe 2012 las cifras aumenten en Loja en, al menos, otros 700 más", apunta Moya. Cruz Roja asegura que serán unas 6.000 personas más en Granada (300.000 en España) las que pasarán a depender de la beneficiencia en los próximos meses.

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