Los hippies desafían las dificultades y vuelven a celebrar la Fiesta del Dragón

Los participantes han tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias del terreno

Las autoridades hablaban ayer de unos 600 asistentes.
Las autoridades hablaban ayer de unos 600 asistentes.
S. Sebastiani / Órgiva

órgiva, 22 de marzo 2009 - 05:01

El paraje alpujarreño de Los Cigarrones es un año más el epicentro de la gran concentración con que la comunidad hippie celebra la llegada de la primavera. Los obstáculos que presenta la zona debido a unos trabajos de reforestación no han sido un impedimento para que se den cita miles de personas, que no obstante han tenido que distribuirse de forma diferente a como lo venían haciendo en ediciones anteriores.

Lejos de cumplirse la previsión de que ningún vehículo entre en el paraje cercano al anejo orgiveño de Tablones han sido cientos de coches y furgonetas las que finalmente accedieron como todos los años, aparcando a ambos lados del camino de tierra que bordea ese tramo del río Guadalfeo, de unos dos kilómetros de longitud. Eso sí, se encontraron con la dificultad de que los solares que otros años funcionaron como aparcamientos tenían la entrada bloqueada. Si bien el operativo de la Guardia Civil se ha estado encargando de desviar el tráfico en el mismo pueblo, la realidad marcó que la zona se vio atestada de vehículos, creándose serios atascos cuando algunos coincidían circulando en sentido opuesto. Incluso en el propio centro de Órgiva se produjeron embotellamientos a determinadas horas.

Los participantes en la Fiesta del Dragón se buscaron la vida. Tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias del terreno, aunque lograron instalar la parafernalia habitual en estas citas: carpas que albergan discotecas, bares improvisados o puestos ambulantes de venta de todo tipo de comidas, bebidas o tabaco. También se vieron puestos de venta de ropa, por supuesto de moda exclusivamente hippie. A todo ello se sumó el colorido que los propios asistentes aportan habitualmente con sus ropas o sus curiosos peinados, en los que predominan las rastas o las crestas.

La fiesta lució diferente a otros años, ya que la actividad, en lugar de centrarse en un mismo punto, se dividió en distintos núcleos. Y si bien numerosas tiendas de campaña se establecieron en solares privados que fueron cedidos por sus propietarios -según los organizadores de la celebración-, muchos optaron por instalarse junto al río o en los espacios libres que quedaban entre los cientos de huecos excavados en la tierra, con el objetivo de repoblar las riveras.

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