Fiesta épica en Granada: miles de personas reciben con pintura al Cascamorras en su vuelta a Guadix
El arranque de la fiesta superó el viernes los 14.000 corredores, participantes que pintaron al Cascamorras para marcar una nueva derrota y perpetuar esta tradición centenaria que Cervantes plasmó en El Quijote
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Granada/La localidad granadina de Guadix ha acogido este lunes la segunda parte del Cascamorras, una festividad centenaria declarada de Interés Turístico Internacional, en la que miles de personas cubren de pintura al encargado de representar a Juan Pedernal, quien regresa de Baza sin la imagen de la Piedad tras una multitudinaria jornada.
El sonido de tambores y el estallido de cohetes marcaron, a las seis de la tarde, el inicio de una nueva edición del Cascamorras en Guadix. Cada 9 de septiembre, esta carrera llena de azul y ocre la ciudad, conmemorando la derrota del enviado a Baza tres días antes.
El descenso de las temperaturas ha marcado esta cita declarada fiesta de Interés Turístico Internacional que trabaja para lograr el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Los participantes han arropado a José Heras, el elegido este año por la Hermandad de la Virgen de la Piedad para encarnar a Juan Pedernal, el obrero accitano que halló durante una obra en Baza la imagen de la Piedad.
Esta fiesta centenaria comenzó cuando aquel obrero encontró en el vecino municipio de Baza la imagen de la Virgen de la Piedad, patrona de los bastetanos, y quiso llevarla a su pueblo.
Como las dos ciudades quisieron custodiar a la Piedad, la justicia de entonces apostó por una solución salomónica que se mantiene desde entonces y que da a Guadix la oportunidad de mandar a Baza a un emisario que, si llegaba limpio al templo, podrá traer la imagen a Guadix.
Ese arranque de la fiesta, que como siempre terminó en derrota para Guadix, superó el viernes los 14.000 corredores, participantes que pintaron al Cascamorras para marcar una nueva derrota y perpetuar esta tradición centenaria que Cervantes plasmó en El Quijote.
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