Real Betis

Betis: Cuando las (buenas) sensaciones no son suficientes

  • Pellegrini y el Betis cosechan su cuarto empate seguido en un derbi sin materializar una vez más su mejor momento sobre el campo

  • Los verdiblancos hicieron la mitad de faltas, el Sevilla marcó en su único remate a portería y Rui Silva no hizo ninguna parada

  • Bakambu, una cuenta atrás con números negativos

Pezzella se echa al suelo en la disputa por un balón con el sevillista Lukébakio.

Pezzella se echa al suelo en la disputa por un balón con el sevillista Lukébakio. / Juan Carlos Muñoz

La sensación en el beticismo tras el último derbi de la 2023-24 se asemeja a la de los últimos encuentros: el rival se escapó vivo. El Betis llegaba por delante en la clasificación y jugándose más clasificatoriamente, se puso por delante, lo más difícil en estos casos, y parecía tener controlado en el choque, pero por distintas circunstancias, otra vez, el caso es que el equipo de Manuel Pellegrini no pudo darle una alegría a su afición en el duelo hispalense.

No hay una sola explicación para este nuevo empate. El manido discurso del "no sabe jugar los derbis" es insuficiente tras la cuarta igualada consecutiva frente al Sevilla, porque lo cierto es que el cuadro verdiblanco sufrió poco más allá del temor los nervios que cualquiera padece en este tipo de choques por el mero hecho de que el contrario toque en campo rival y del (gran) susto inicial con la ocasión de En-Nesyri que acabó con el gol anulado a Ocampos.

Las estadísticas del encuentro así lo escenifican a pesar de que la posesión del balón estuviera repartida (51%-49%). Rui Silva apenas tuvo que intervenir en el encuentro, como decía en la rueda de prensa el técnico bético, mientras que Nyland firmó en el partido cuatro intervenciones, dos de ellas de mérito a disparos de Ayoze e Isco. El portero noruego hizo cuatro paradas en los cinco remates a puerta de los heliopolitanos por solo uno de los sevillistas, el gol, a los que hay que sumar el cabezazo al larguero de Abde o el remate de Fornals que sacó Sergio Ramos.

El Betis tuvo ocasiones. Incluso la de Bakambu, que se plantaba solo ante Nyland cuando se rompió muscularmente. Y en un derbi, siempre un partido físico y con muchas interrupciones, ni siquiera tuvo que tirar como en otras ocasiones de la dureza para imponerse sobre el césped haciendo la mitad de faltas (9-20). El problema, y no es la primera vez, no es generar opciones, sino materializarlas. Convertir en goles las llegadas para evitar que el rival pueda levantarse. Pasó en la primera vuelta, especialmente tras una buena primera mitad en la que mereció irse con ventaja al descanso.

Porque, eso sí, siempre deja con un hilo de vida al Sevilla que acaba pagando. Con el 1-0 Ayoze dispuso de una gran ocasión para dejar muy encarrilado el choque, pero Nyland respondió bien a su disparo. Un momento que recuerda al choque en el Benito Villamarín la pasada campaña, cuando con 1-0 y un jugador más en el terreno de juego por la expulsión de Montiel no supo cerrar el partido. Quizás pueda echarse en falta la ausencia de un jugador como Joaquín capaz de inyectar veneno al resto en este tipo de encuentros –tampoco están Guardado o Canales– o que el mensaje del técnico, con todo lo bueno que le ha dado el club, no sea el que mejor se ajuste para este tipo de citas tan viscerales. "No veo los derbis como una asignatura pendiente. Me gusta ganar todos los partidos, sean derbi o no. Llevamos cuatro empates en los que no referimos en el marcador nuestra superioridad. No me preocupa no ganar el derbi, sino la campaña en general", explicó Pellegrini tras una cita en Heliópolis en la que el Betis salió atenazado en los primeros minutos permitiendo al Sevilla soltar los nervios de inicio y pisar el área rival de inicio hasta la lesión de Isaac Romero.

El Betis encadenó su cuarto empate seguido con el Sevilla pese a adelantarse tres veces

Otra de las circunstancias a tener en cuenta, además de la estadísticas y los fríos números, es la suerte. Mala para el Betis, en este caso. De lo inexplicable, hasta lo que sí tiene una explicación. Del infortunio al error. Porque si la lesión de Bakambu llegó en un momento determinante como para hablar de mala suerte, el gol de Kike Salas, antes de su inapelable cabezazo –"saltamos todos y ganó él en un buen remate; no hay nada que reclamar en su única ocasión del partido", dijo el chileno–, pudo evitarse si Pezzella no se lo hubiera pensado dos veces y se hubiese sacado la pelota de encima, que tiempo tuvo, antes de que Acuña lo encimara y le sacara el córner con un leve empujoncito dentro de las normas que el fútbol permite.

Y ya con el 1-1 en el marcador, pese a que estuvo más cerca el 2-1 que otra cosa, al Betis le faltó valentía para ir de verdad a por el encuentro. Un tiro de Isco y el cabezazo de Abde al larguero (por arriba) y poco más.

¿Y el penalti que el VAR corrigió? Es la última arista del empate del derbi. Ni siquiera Pellegrini se escudó en ello, consciente de que habría poco que reclamar si no hubiese pitado nada. Unas veces te dan y otras te quitan, vino a decir el preparador chileno. La polémica real surge por la rectificación de Sánchez Martínez en una acción en la que el VAR, según su propio procedimiento, no debería haber entrado para sugerir que el contacto existente no es suficiente.

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