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Enfermedades infecciosas
El desarrollo de bacterias resistentes a antibióticos es una preocupación creciente y latente en el ámbito de las enfermedades infecciosas. Algunos datos recientes indican que cada año las resistencias a antimicrobianos (RAM) causa directamente más de 1,2 millones de muertes en el mundo, lo que equivale a aproximadamente 3.500 fallecimientos diarios. Desde el punto de vista prospectivo, las tesis indican que si no revierte la situación con la llegada de nuevos antibióticos y la mejora de su uso y otras medidas efectivas, esta cifra podría llegar a los diez millones anuales para el 2050.
Un informe publicado ahora por el Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud, respaldado por el Foro Económico Mundial y la Fundación Novo Nordisk, apunta a muchas de las consecuencias económicas y sanitarias que se derivan de estas previsiones y propone coordinar algunas acciones comunes para hacerles frente. Las personas afectadas presentan un mayor riesgo de mortalidad, retrasos en el tratamiento, discapacidades a largo plazo y requieren más recursos de los sistemas sanitarios, debido a hospitalizaciones más largas, diagnósticos y tratamientos costosos, y una capacidad reducida para ofrecer tratamientos como quimioterapia y cirugías de manera segura.
Además, el informe esgrime la derivada de las resistencias en animales de granja y ganado, el impacto negativo en la productividad y los riesgos asociados a la salud. El sector agrícola también sufre, con efectos en la salud y mortalidad de los animales de granja, afectando el comercio. El uso de antimicrobianos en animales y la contaminación industrial también impulsan la resistencia, transmitiendo patógenos resistentes entre animales y humanos”, señala el Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud.
Hasta hace poco, las políticas públicas que han abordado este problema se han ceñido a determinados planes regionales y a la propia gestión de los centros hospitalarios y los servicios de enfermedades infecciosas. Este informe destaca la importancia de considerar todos estos factores socioeconómicos en la lucha contra la RAM y propone cuatro elementos clave para avanzar.
Este informe identifica 12 estrategias clave en los sectores humano, animal y ambiental. En primer lugar el informe señala los programas de administración de antimicrobianos, sistemas de apoyo a las decisiones clínicas para los médicos prescriptores y un mejor control de antibióticos falsificados.
Además, apunta a la prevención y el control de infecciones y a la vacunación para prevenir la aparición y propagación de determinados patógenos.
En el ámbito de la salud animal aluden a la regulación y supervisión para promover el uso prudente de antimicrobianos, la mejora de la bioseguridad, la vacunación para prevenir la aparición y propagación de patógenos clave y los programas de cumplimiento de inocuidad de los alimentos.
Respecto al entorno y el medioambiente, las estrategias deben mejorar las instalaciones de tratamiento de aguas residuales, limitar la concentración de antimicrobianos en los desechos de la industria farmacéutica y mejorar la gestión de residuos en la producción agrícola.
El informe recuerda que la UE tiene un papel clave al establecer un marco regulatorio común, definir estándares, monitorear el progreso y apoyar la colaboración entre los Estados miembros. Acciones adicionales como la compra conjunta de antimicrobianos o incentivos conjuntos para el desarrollo de medicamentos innovadores merecen atención. Sin embargo, la mayoría de las acciones recomendadas dependen de los Estados miembros. Las diferencias socioeconómicas y socioculturales influirán en la implementación de estrategias contra la RAM, afectando a diferentes grupos de la población de distintas maneras.
Europa considera crucial el fortalecimiento de los planes de acción nacionales contra la resistencia a los antimicrobianos para alcanzar los objetivos a nivel de la Unión Europea. “Mantener la RAM en las agendas políticas internacionales y nacionales es crucial para el apoyo sostenido a las estrategias exitosas. El impulso actual, basado en la colaboración internacional, debe mantenerse, y la iniciativa de las Presidencias del Consejo de la UE debe continuar, vinculada al monitoreo del progreso y la evaluación de éxitos y fracasos”, señala el texto.
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