Semana Santa

Granada vive un Lunes Santo con vocación histórica

  • Jornada marcada por la celebración el tercer centenario del Señor del Rescate

  • Los pujantes cortejos de las hermandades del día hicieron de este Lunes Santo una jornada histórica

El sol volvió a ser el protagonista. Por fin. Todos lo necesitaban. Tras un Domingo de Ramos ensombrecido por la lluvia, el Lunes Santo reivindicó, con cielo azul y rayos de sol, las ganas de Semana Santa en la ciudad. Miles de personas en las calles, imponentes cortejos en las cinco hermandades que realizaron estación de penitencia y el magistral clasicismo que ofreció El Rescate en su tercer centenario, coparon el interés de granadinos y foráneos.

La tarde de este lunes nada tuvo que ver con la que vivimos el Domingo de Ramos. Las temperaturas agradables y el cielo azul salpicado con algunas nubes (afortunadamente pocas), aseguraron desde primera hora un Lunes Santo de primera magnitud. Y así fue. La calle Polinario, fiel a su cita, quedó pequeña para la salida de la hermandad de El Trabajo. Miles de personas no quisieron perder la oportunidad de reencontrarse con una de las devociones más arraigadas del Zaidín. Fue lo que se esperaba. Nada defraudó. El murmullo de la calle, el ambiente que se respiraba en las aceras, y el fervor expresado a través de los vivas a los titulares, fue el preludio de la estación de penitencia de Trabajo y Luz.

Espléndido cortejo el que desplegó esta cofradía en los primeros compases de su discurrir hasta la Catedral que, como es habitual, se vio sensiblemente mermado en la vuelta. Pero eso no fue así hasta bien entrado el cortejo en el barrio. El frío ya de la noche y la jornada laborable de este martes tuvieron mucho que ver.

No obstante, el Zaidín volvió a contar con una gran embajadora, ofreciendo buenas chicotás de mano de las pupilas de Ismael Orejuela, quien se estrenaba al frente del martillo. Repertorio alegre para Nuestra Señora de la Luz, casi siempre, aunque sin la potencia sonora de otros años, y un andar más clásico en el paso de palio, ofrecen una visión más depurada de esta nueva etapa en la que se adentra la cofradía.

El Albaicín se estrenó en esta Semana Santa de mano de la cofradía de Los Dolores. La parroquia de San Pedro y San Pablo por fin tomó el pulso de la actualidad cofrade con la salida de esta hermandad. Nazarenos blancos de sarga con la cruz borgoñona al pecho recorrieron la Carrera del Darro antecediendo a esta dolorosa de Aurelio López Azaustre. Como especial novedad en la jornada, y al hilo de la problemática suscitada con el vertido de cera en el asfalto, el Plan Parihuela dispuso de dos máquinas limpiadoras tanto al inicio como al término de la cofradía, una humedeciendo el asfalto y la otra retirando la cera; testeando así la eficacia de este método de limpieza.

En el centro de la ciudad, en torno a la parroquia de la Magdalena, el escenario estuvo -como se esperaba- abarrotado para disfrutar de la salida del Señor del Rescate. Granadinos y cofrades pontificaron de este modo la devoción que se le profesa a este eccehomo de Diego de Mora, quien cumplía el pasado 19 de marzo 300 años desde su ejecución.

Los actos conmemorativos de este aniversario vieron en este Lunes Santo un verdadero colofón, con un elegante cortejo y una inmejorable presentación de la imagen. Para la ocasión, la hermandad recuperaba la túnica persa, atribuida por los especialistas al bordador sevillano José Manuel Rodríguez Ojeda, y que ha sido sometida en los últimos meses a un trabajo de restauración y conservación. Asimismo, la intervención magistral de Santa María Magdalena de El Arahal volvió a acompañar a la hermandad en su estación de penitencia, demostrando la calidad musical que atesoran y apostando por un repertorio marcado por el clasicismo.

A las siete menos cuarto puso la cruz de guía en la puerta del patio de las Comendadoras de Santiago la hermandad de El Huerto. Junto a la hermandad también acudieron (solo en el regreso) las máquinas de Inagra, lo que aportó una imagen poco usual en la Semana Santa granadina pero que pretende evitar los perjuicios que ocasiona el que no se retire la cera a tiempo.

Más allá de esto, que podría quedar en el plano de lo logístico, la hermandad ofreció una estampa llena de momentos cofrades. El numeroso cortejo que compone las filas -tanto en nazarenos como en mantillas y monaguillos- brindó la posibilidad de seguir descubriendo la grandeza de esta cofradía, que celebrará a partir del próximo mes de abril los 75 años desde la realización de su titular cristológico de manos de Domingo Sánchez Mesa. María Santísima de la Amargura apareció ataviada, como así ha venido haciéndolo en los últimos años, por el vestidor Francisco Garví. Formas sugerentes en el rostrillo para enmarcar el dulce rostro y mirada serena de esta dolorosa del barroco granadino.

Especial mención requieren las formaciones musicales que acompañaron este Lunes Santo a los titulares de la hermandad de El Huerto: Jesús Despojado, junto al paso de misterio del Señor de la Oración; y San Isidro de Armilla, tras el paso de palio de la Divina Comendadora. El trabajo, constancia y dedicación de los integrantes, gracias al especial esfuerzo que se hace desde la dirección musical, permiten que llegada la Semana Santa las bandas granadinas deslumbren y se sitúen en lo más granado del panorama musical cofrade de toda Andalucía. Asimismo, el escogido repertorio en ambos pasos propició esa conjunción de sensaciones y emociones.

Cerró la jornada la hermandad de San Agustín que ofreció el contrapunto del día. Su recogimiento, austeridad y romanticismo permitieron a los granadinos y visitantes trasladarse por momentos al teatro barroco de la Granada de la Edad Moderna. Aquí también el "espectáculo" fue exactamente el esperado. Y aquí tampoco nada ni nadie defraudó. Campanas a muerto en la salida, sobria capilla musical en el cortejo y ante los pasos, música coral ante el paso de palio y canto gregoriano en la recogida del Sagrado Protector; permitieron descubrir la magia de la música en una hermandad silente. Sin contar, por supuesto, el atronador sonido del paso de palio de la Virgen de Consolación en cada una de las levantás al cielo.

Como siempre, estos hermanos de túnica negra y cola recogida con esparto a la cintura -más de un centenar de nazarenos- mostraron cómo la sobriedad es compañera de la elegancia, cuidando al detalle cada uno de los elementos que componen su estación de penitencia. Para este 2018, el Santísimo Cristo de San Agustín, sobre su paso de caoba y plata, estrenaba un tonelete de terciopelo con bordados del siglo XIX, como también se pusieron de largo diferentes capillas musicales compuestas para los titulares, como Consolación franciscana, de Rubén Jordán.

De esta manera, la hermandad silente del Lunes Santo ponía el broche de oro a una jornada que se dilató hasta primeras horas de la madrugada. Campanas de luto en la calle San Antón, mientras en el Realejo hervía el bullicio al compás de las bambalinas de La Amargura coronada y en el Zaidín, los hermanos de La Luz regresaban a casa tras casi diez horas de estación de penitencia.

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