La hermandad hecha familia

Un Martes Santo entre leones: legado de padres a hijos

  • La familia León, referente en la restauración granadina, es también una de las grandes sagas de la Semana Santa de Granada

  • Parte de la historia y de las vivencias de la Hermandad de la Humildad se vive a través de su apellido

Un Martes Santo entre leones: legado de padres a hijos

Un Martes Santo entre leones: legado de padres a hijos / Francisco Neyra | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Ayer, Martes Santo, pendía un cartel de la puerta del mítico Bar León, que permanecía cerrado. La familia que regenta este establecimiento de la calle Pan echaba la persiana por un día: su hermandad, la de La Cañilla, salía a la calle a hacer estación de penitencia. Y eso, señores, son palabras mayores.

Y es que vestir la túnica nazarena es algo serio. No es una mera costumbre, ni un acto de folclore. Es algo más. Es un sentimiento y un compromiso. Contigo mismo, con tu fe, y también con la de tus seres más queridos y allegados. Vivir la hermandad desde dentro -sacando la cruz de guía, portando cirio o haciendo diputado para que la cofradía marche- es algo que duele y que determina. Como los sacramentos, imprime carácter. 

De abuelos a nietos, la pasión se transmite De abuelos a nietos, la pasión se transmite

De abuelos a nietos, la pasión se transmite / Francisco Neyra | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Es de esta manera, precisamente, como cada Martes Santo -y desde 1962- lo lleva haciendo la familia León. Una saga cofrade de cuatro generaciones que, procedente de Andújar, echó sus raíces en Granada y se vinculó para siempre en la Hermandad de la Humildad. El patriarca de la familia, Joaquín León, se siente orgulloso del legado que ha transmitido a sus hijos y de lo que supone, después de tantas semanas santas, echarse al pecho la medalla de la cofradía: "llegué a la hermandad de manos de mi cuñado y en una época en la que en la hermandad no había cargos como hay hoy en día, había que hacer de todo: lo mismo te tocaba subir a la Virgen al paso, que cobrar recibos, que fundir la cera dentro de una lata de mantequilla con un infernillo que tenemos aquí en el bar". Sentado y echando la vista atrás después de tanto vivido, don Joaquín, que no renuncia a su humor, confiesa: "a título informativo aviso que me voy a dar de baja, porque cuando te toca estar ya entre los diez hermanos más antiguos, empiezas a estar en peligro".

Júnior, también conocido como Antonio León, la Semana Santa le corre por las venas, acompañado siempre del cordón y la medalla de La Concha, hoy ya renegridos después de tantos años de servicio. "En un negocio como no te queda más que vivir la hermandad desde aquí. Pero nosotros la respiramos a pleno pulmón cuando llegan los costaleros después de una mudá, o se piden una cerveza antes de hacerse las ropas, o cuando llega el hermano mayor y la junta de gobierno después de un cabildo". Una pasión y una dedicación que viven tan intensamente como pueden, con miles de anécdotas en las alforjas: "recuerdo el día que acabé en el hospital después de haberme rebanado un dedo preparando bocadillos para la Hermandad del Silencio y al día siguiente, con la mano vendada, estaba sacando la cruz de guía".

Una tradición de padres a hijos

Los momentos únicos antes de partir de casa Los momentos únicos antes de partir de casa

Los momentos únicos antes de partir de casa / Francisco Neyra | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Una retahíla de túnicas colgadas en el armario anuncia que la Semana Santa se vive en familia. Un sentimiento y un compromiso que va pasando de padres a hijos. "Desde que nacimos hemos estado siempre en la hermandad, no tengo un recuerdo que no sea en la cofradía", confiesa Joaquín León Jr. Él, que ha salido de diputado mayor de gobierno, pero también de acólito, de pertiguero y de senatus, recuerda esos momentos compartidos con los suyos: la tortilla de patatas, la ensalada de judías, la pescada en salsa de los viernes santos. Salir juntos, enfilando hacia arriba la Cuesta de Aixa, en procesión junto a la familia. O vivir en el Campo del Príncipe una experiencia al alcance de pocos: "cuando hay más de treinta mil personas a menos de veinte metros de ti, y llegas ante el Cristo de los Favores, en el momento culmen de nuestra semana santa. Lo que se siente ahí eso solo lo sabemos los hermanos de La Cañilla". 

Para la benjamina de los León González, Inmaculada, tanto el Martes como el Viernes Santo son también días marcados en rojo y morado dentro del calendario. "En La Cañilla he crecido y me he educado. Ahí surge todo. De ellos y de mi familia sale lo que hoy soy. Mi moral, mi vida". De ahí que vestir la túnica de la hermandad sea algo indescriptible: "no sabría explicarlo, es un orgullo. Y más cuando lo haces y lo compartes con tus padres, tus hermanos, tus primos, tus sobrinos... he crecido con ello, es parte de mí".

Inmaculada León vistiendo la túnica de la Hermandad de la Humildad Inmaculada León vistiendo la túnica de la Hermandad de la Humildad

Inmaculada León vistiendo la túnica de la Hermandad de la Humildad / Francisco Neyra | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Los más pequeños de la casa van creciendo y toman el ejemplo de sus mayores. Joaquín León pretende inculcar en su hijo esos mismos valores que recibió de su padre, de su tío y de otros tantos con los que ha convivido en estos años. "Intento inculcarle que la hermandad está por encima de todo y que aquí se viene a trabajar sin personalismos y con vocación de servicio". Hoy que el hijo de Joaquín tiene ocho años prefiere aún no vestir la túnica nazarena, como hacen su tía, su padre o su abuelo: "dice que quiere salir de monaguillo, porque con el confinamiento no le ha dado tiempo a disfrutarlo", aunque está llamado a seguir la huella de quien le precede.

Humildad y compromiso

La familia León recuerda todos esos martes santos de nervios e ilusión, haciendo hermandad dentro de la propia hermandad, cuando se juntan y se abrazan en el antiguo claustro de Santo Domingo antes de empezar a formar los tramos. Las tradiciones se actualizan e intentan compatibilizar la responsabilidad cofrade con la ocupación laboral, con la multiplicación de la familia y las circunstancias personales.

La familia León aguardando, unida, una nueva estación de penitencia La familia León aguardando, unida, una nueva estación de penitencia

La familia León aguardando, unida, una nueva estación de penitencia / Francisco Neyra | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Hablan de su historia y de su trayectoria haciendo gala de la advocación de su titular, con humildad. Rehúyen del innecesario protagonismo, y prefieren trabajar por la Semana Santa con el ejemplo de la dedicación y el servicio: "nunca hemos sido de hacer regalos elocuentes, nuestra colaboración ha sido siempre más en la necesidad que en la demostración, sin tener que aparecer en ningún sitio", pontifica don Joaquín. Prueba de ello es la discreta generosidad con la que han contribuido a sufragar diferentes proyectos de la Semana Santa: con un sobre cerrado junto a dos gladiolos, con una hucha de cerdito o un bote de sal de frutas, recogiendo dinero para esta o aquella hermandad.

De su trabajo habla una barra siempre llena. De su ilusión, un cartel que pregona la excelencia de la Semana Santa. De su compromiso, el ejemplo y una túnica de nazareno planchada aguardando ya la hora nona del Viernes Santo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios