Crónica | Lunes Santo 2023

La imagen perfecta de una Semana Santa repleta de contrastes

  • Una tarde primaveral regala las mejores estampas posibles para la segunda jornada de la Semana de Pasión.

La imagen perfecta de  una Semana Santa repleta de contrastes

La imagen perfecta de una Semana Santa repleta de contrastes / Fermín Rodríguez | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

El Lunes Santo se ha convertido en un día de referencia e identidad propia dentro de la Semana Santa. La carga devocional que acompaña a algunos de algunos de los titulares, el soberbio patrimonio cultural que se pone en las calles y los impactantes cortejos que se desplegaron llaman a remarcar el crecimiento y trabajo que han venido haciendo las hermandades de esta jornada. La cuales, además, aprovecharon la benigna meteorología para discurrir en sus respectivas estaciones de penitencia conforme a su particular identidad. 

Todo empezó y acabó, ya en la madrugá del Martes Santo, en el barrio del Zaidín. Desde las cuatro de la tarde se hizo la magia en Granada, con miles de nazarenos echados a la calle, en uno de los lunes santos más concurridos que se recuerdan. Fervor desbordado, con vítores, aplausos y petalás desde los balcones. Saetas, bullas apretadas en las recogías, aunque la jornada volvió a terminar en el Realejo, Albaicín y en el centro más pronto de lo que a muchos cofrades les gustaría. 

El fervor de un barrio 

Las esquinas del paso de palio de Nuestra Señora de la Luz apenas conseguían salir sin acariciar las jambas de la puerta de la calle Navarra. La parroquia del Corpus Christi volvió a convertirse en un epicentro de fervor, piedad y pasión popular. Los vivas a la la dolorosa de Espinosa Alfambra no cesaron desde que el paso anduvo los centímetros del recorrido. Encarnación coronada puso melodía al trabajo costalero en el inicio de una estación de penitencia que se dilató, como acostumbra, hasta que el reloj había penetrado largamente un nuevo día. La reluciente candelería, cuajada de flor rizada servía para enmarcar la presentación cuidada de esta devoción zaidinera: de ancho rostrillo, como gusta en los barrios.

La imagen perfecta de una Semana Santa repleta de contrastes La imagen perfecta de  una Semana Santa repleta de contrastes

La imagen perfecta de una Semana Santa repleta de contrastes / José Velasco | PS

No dejó nada en el tintero la cuadrilla de Adrián Hernández, en un trabajo valiente en el que ronearon desde Polinario hasta su vuelta. Lo mismo que, antes que ellos había hecho también el martillo de Pérez Romero al frente del Señor del Trabajo. Para el barrio y para Granada pidieron trabajo, que tanta falta hace, y lo hicieron ganando terreno cuando tocó hacerlo, pero recreándose, reteniendo sobre los costeros y yendo hacia atrás cuando hizo falta recordar que las hermandades de barrio son lo que son por su alegría y desbordante compás. 

La gracia y el compás

Cuando describía Iniesta qué era un paso de palio, con su gracia, su meneo y su compás, pareció haberlo concebido viendo discurrir a María Santísima de la Amargura. Una máquina de la belleza que fue capaz de llenar de delicias cada minuto de la estación de penitencia de la corporación nazarena. 

La Hermandad del Huerto, una de las cofradías más antiguas de la jornada, volvió a remarcar el clasicismo que destila su presencia en la calle. Desde la elegante túnica nazarena que visten sus hermanos hasta el andar que viene impreso en el andar de cada uno de sus pasos. El misterio de la Oración en el Huerto anduvo elegante y reposado, haciendo vibrar el olivo que remata y encuadra la imagen del Señor arrodillado de Sánchez Mesa, entre un friso de flores de tonos morados y violáceos, como acostumbra. Y arropado se fue y vino en todo su recorrido, muy especialmente cuando, de recogida, la Granada cofrade quiso acompañarlos en uno de esos momentos de sabor singular.

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63-Huerto de los Olivos Foto Jesus Jimenez Photograph-7468 / Jesús Jiménez | PS

Lunes Santo en la calle Santiago, que no se comprende sin la presencia de la reina comendadora que, con manos juntas o separadas, encandila con su mirada y la dulzura de su rostro, enmarcado por el trabajo realizado por Francisco Garví. Recuerdo al paso de la cofradía a quienes hicieron inmortal el cante flamenco, y también a la esencia más pura de la Semana Santa granadina con un reconocimiento a los compositores que han contribuido a enriquecer nuestro patrimonio musical: Megías, Faus, Ferrer o Carreño. A Dios lo que es de Dios. 

Los siete dolores 

Granada contó con un arzobispo, en pleno barroco, que contribuyó a asentar la devoción a dolores de María. Un trabajo pastoral que sembró una manera de hacer y entender la piedad popular y que, con desigual fortuna, ha pervivido hasta nuestros días. Pero la presencia de la Virgen de los Dolores ha sido una constante a lo largo de su historia. Con personalidad e identidad, haciéndose reconocible allí donde se hace presente. Con su manto salmón, sus bambalinas en idéntico color, con su fulgente diadema, con sus manos juntas y una mirada y expresión que, aun estando atravesada por el dolor, retiene el drama. 

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26-FERMIN_DOLORES-06 / Fermín Rodríguez | PS

Espléndida presentación en el paso de esta imagen de López Azaustre -de quien se cumplen ahora treinta y cinco años de su muerte- y aun del exorno floral, de atrevidas esquinas, que viene a ser uno de los más elegantes de cuantos componen la Semana Santa en la ciudad de la Alhambra. Un andar característico, que habla de la tradición granadina, y una cuadrilla que bebe de sus mayores y se renueva con sólidos brotes. Llegó hasta la Carrera Oficial y con La Madrugá un año más entró hasta los pies del altar mayor, donde la delantera echó la rodilla para rendirse ante Jesús Sacramentado. Menos mal que hay cosas que nunca cambian, que ponen ese sello intemporal a lo verdaderamente nuestro.

La devoción de un barrio

En Granada, el Hijo de Dios tiene las mejillas moradas. Como morada es la túnica que vistió, con sus bordados de rocalla, que nos hablaron de lo que siempre fue Jesús del Rescate. Con su giro característico sobre el paso, con su topacio en el pecho, y su agrupación musical tras sus pasos. No hace falta más para seguir despertado y levantando las pasiones de un barrio que, sin alardes, se echa a la calle para acompañar a su Señor.

La imagen perfecta de una Semana Santa repleta de contrastes La imagen perfecta de  una Semana Santa repleta de contrastes

La imagen perfecta de una Semana Santa repleta de contrastes / Francisco Neyra | PS

Acudió la hermandad a las Siervas, como es costumbre, pero en esta ocasión con uno de los cortejos más amplios que se recuerdan en esta cofradía y en el Lunes Santo granadino. La importancia de acercar a los hermanos a vestir la túnica, aunque con el deber de seguir acostumbrando a los hermanos, de la edad que sean, a ponerse el antifaz. 

La huella del clasicismo se dejó sentir en repertorio que acompañó al eccehomo de Diego de Mora. Con Virgen de la Hiniesta, en la ya tradicional llamá infantil; con La oración en el huertoPresentado a Sevilla Alma de Dios en la Carrera oficial; o Christus vincit para presentarse ante la Iglesia metropolitana.

Silencio ante la cruz de plata

Tras los músicos de El Rescate, el silencio. Aquel que vino imponiendo el muñidor de la Hermandad del Santo Crucifijo. Sobriedad y recogimiento monacal con un río de nazarenos de túnica negra, cinturón de esparto y sandalia franciscana portando cirios al cuadril. 

En la trigésima estación de penitencia de la cofradía del Cristo de San Agustín, se presentó la imagen del Sagrado Protector con tonelete bordado en cuyo centro se leía el anagrama que el crucifijo de la cruz de plata representa: Jesús Hombre Salvador. Realzada su figura sobre el calvario, entre música de capilla y con el reposado racheo de los pupilos de Pérez López. 

El Santísimo Cristo de San Agustín a su salida El Santísimo Cristo de San Agustín a su salida

El Santísimo Cristo de San Agustín a su salida / José Velasco / PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

No faltó a la cita, como viene siendo habitual desde hace tres lustros, el palio de plata y carey de la Sacra Conversación. Estruendo en cada levantá, de esos que erizan el vello, al oír la caída de los varales contra la mesa. Música celestial para el cofrade, que entre una nube de incienso, se dejó llevar por el ambiente que la cofradía regala cuando encauza, ya de vuelta, la calle San Antón. Y con un Amén, de Jordán, que puso el broche tan rotundo como emotivo. 

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