Crónica | Martes Santo 2021

En medio de la pandemia, que nunca nos falte la Esperanza

  • Emociones y fervor en una jornada única que consiguió volver a llenar los templos. El reclamo de las hermandades mantiene despierta la ilusión de la Semana Santa

En medio de la pandemia, que nunca nos falte la Esperanza

En medio de la pandemia, que nunca nos falte la Esperanza / Jesús Jiménez / Photographerssports

Cuatro cofradías sirvieron para haber vibrar el ánimo cofrade de Granada. Cuatro hermandades que no salieron a la calle con motivo de la pandemia pero sustituyeron sus estaciones de penitencia en el interior de sus templos. Eso bastó para devolver la ilusión de miles de granadinos que volvieron a echarse a las calles para disfrutar de una jornada histórica, sin pasos ni nazarenos pero con los titulares presidiendo grandes altares en sus respectivas sedes canónicas. Una fotografía inédita más de una Semana Santa llamada al recogimiento y a la humildad. 

El Martes Santo dio su pistoletazo de salida en la Avenida Fernando de los Ríos. Ni el frío urbanismo ni el cielo plomizo impidieron brillar a la Hermandad de la Lanzada en su día grande. A las diez y media de la mañana empezaba la jornada con un acto inaugural marcado por la presencia del vicario general, los hermanos mayores, el presidente de la Federación y el alcalde quienes, conjuntamente, abrían la ya conocida como 'puerta hacia la gloria', el portalón de acceso a la parroquia de Los Dolores. En el interior del templo, un stabat mater centraba los pies del presbiterio: la Virgen de la Caridad, vestida de reina, y tras ella el Señor de la Sagrada Lanzada, erguido sobre un modesto calvario de roca y exorno floral en tonos morados. 

Sería éste el primero de los momentos vividos en la cofradía zaidinera, que jalonó el resto de la jornada con una intensa programación en la que destacaron las ofrendas florales realizadas por las cuadrillas costaleras de la cofradía y las muestras musicales que recetaron las formaciones que acompañan cada Martes Santo a la hermandad en las calles, y donde tuvo lugar el estreno de la última composición del patrimonio musical de esta corporación nazarena, Divina Caridad del granadino Jaime Moreno.

No faltó Semana Santa en el resto de los enclaves de la ciudad. En Santo Domingo, las puertas de la Catedral del Realejo se abrieron para recibir la veneración de los titulares de la Hermandad de la Humildad, acogiendo a lo largo de toda la jornada innumerables visitas que llegaron a protagonizar no pocas colas a las puertas del antiguo cenobio de Santa Cruz la Real. No faltó a la cita la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús, quien participó en la celebración eucarística con la que se sustituía a la estación de penitencia y que, entre otras piezas, interpretó una de las marchas que bien podrían considerarse himnos del Martes Santo granadino: Al Señor de la Cañilla. Los titulares de la cofradía, dispuestos en su capilla, quedaron presentados en un elegante altar que ofrecía la visión del Señor de la Humildad bajo un manto real abierto cobijado por los guardabrisas del paso de misterio. A sus pies, la Soledad de Nuestra Señora, con cirios de respeto, sin más: elegante desnudez donde recrearse con una de las más bellas imágenes de la Semana Santa granadina.

En el Albaicín la iglesia rectoral de San Juan de los Reyes sobresalió por el recogimiento devocional. No faltaron fieles a lo largo del Martes Santo para disfrutar de las estampas cosechadas por la Hermandad del Vía Crucis para el día en el que deberían haber realizado su estación de penitencia a la Catedral. Para tal ocasión, la priostía de la corporación erigió un soberbio altar en el presbiterio con tres de los cuatro titulares: el Señor de la Amargura, la Virgen de los Reyes y el libro del Santo Vía Crucis. Una estructura donde sobresalieron dimensiones, puntos de luz y la extraordinaria presentación de las tallas devocionales. Marco de honor para todo el programa de cultos previsto que culminó con el rezo de las catorce estaciones en un templo que dejó pequeño el aforo permitido. El hermano mayor, Vicente Gomariz, se mostraba satisfecho por la respuesta de todos los hermanos así como en general de los fieles que habían decidido acompañar a la hermandad a lo largo del día.

Y en Santa Ana, en el manifestador neoclásico se encontraba la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, vestido con una túnica de terciopelo morada con bordados en plata. Estampa que vino a contrastar este 30 de marzo con el vestir del nazareno de Ramos Corona cada Martes Santo sobre su paso. Por su parte, la Virgen de la Esperanza, sobre la escalinata del presbiterio, casi como si de un 18 de diciembre se tratara. Para la ocasión la dolorosa de Risueño se presentaba distinta también a lo que acostumbra bajo su paso de palio: tocado abierto con tréboles de encaje en el pecho, manto recogido al talle y toca de sobremanto. "La Virgen, gloriosa; que bastantes penas tenemos", se oía desde el seno de la hermandad. Con este espíritu, con esta disposición, la cofradía cautivó como un Martes Santo cualquiera a miles de granadinos que no dejaron de acudir hasta Plaza Nueva. Religiosidad, fervor, devoción y emociones brotaron frente a la Niña de San Gil. En la espera, los fieles se preguntaban de forma retórica que cuándo de nuevo el palio en la calle. Aún es pronto para saberlo, ¿quizá en 2022? Quizá. Es posible. Mientras, que nunca nos falte La Esperanza...

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