Crónica | Miércoles Santo 2022

Los días grandes de la fe: pasión y fervor en las calles

  • Miles de personas se pasean por Granada, grandes cortejos y cinco cofradías en la ciudad: una jornada llena de grandes estampas

Los días grandes de la fe: pasión y fervor en las calles

Los días grandes de la fe: pasión y fervor en las calles / Fermín Rodríguez | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

La jornada del Miércoles Santo se vino tan pronto como se fue. Se escapó de entre los dedos, aunque hubo tiempo para disfrutar de las cofradías en la calle, sin las prisas que dejó el 2022, y con la tranquilidad de una madrugada larga propicia para dejarse embeber por la esencia de hermandades como la del Rosario, antes de llegar a su templo, o la de los Gitanos camino del Sacromonte.

La Semana Santa hizo punto de inflexión, con una jornada que abría las puertas a los días grandes de la fe: con dos festivos y algunas de las hermandades de mayor reclamo popular. Entre ellas la que se contaron en este 5 de abril, concitando por cientos el número de nazarenos y hermanas de mantilla; y un ambiente a pie de acera que consiguió superar, incluso, a lo que se había venido viviendo en días atrás.

Ya los cortejos ya la falta de agilidad algunos cortejos, terminaron por generar retrasos en la jornada. Está bien que  cada cual viva su estación de penitencia conforme a su estilo, pero sin tener que perjudicar por ello a los demás. 

El consuelo del pueblo calé

No hay fe ni devoción más grande que la brota espontáneamente. La que resuella cada Miércoles Santo a los pies del Sagrado Corazón, cuando sin freno ni medida, el pueblo expresa lo que quiere y en el modo que quiere. Conforme a su sentir, conforme a su manera de hacer y entender las cosas. La religiosidad popular más enraizada. 

El Cristo de las Cuevas quiso reencontrarse con su pueblo. Con los granadinos, con los visitantes y los curiosos que en estos días descubren por primera vez nuestra Semana Santa. Pero muy especialmente con los gitanos. Con todos aquellos que, con devoción, ven en este crucificado de cuatro clavos el rostro de Dios. Y como en su paso por la calle Ganivet, descubren La fe y el Sentir, tal y como dejó escrito Fe y Consuelo de Martos en forma de partitura para la primera de las cofradías en transcurrir por la calle Ganivet. 

Elegante pasó el Cristo del Consuelo, con un calvario de cardos, iris y orquídeas. Y así se presentó, en la tribuna oficial el palio cobre de la Reina del Sacromonte. Paso cortito, reteniendo los corteros para terminar abriendo el compás y dejando atrás el palio, en una emocionante chicotá a los sones de Siempre la Esperanza. Pero no quedó ahí la cosa. El derroche de barrio vino con Esperanza cordobesa, en el que el palió consiguió arrancar la ovación del respetable tras desandar sus pasos andados, y arrancar de nuevo con el izquierdo por delante. No basta con ser de barrio, también hay que parecerlo.

La elegancia universitaria

Como recuerda el remate del senatus de la hermandad, Los Estudiantes resucitó como un fénix hace ya casi dos décadas. Veinte años que dejaron atrás un pasado universitario y dieron una dimensión nueva: moderna y elegante. A la par que sublime en este Miércoles Santo. Imponente cortejo el que antecedió al Señor de la Meditación, con un despliegue de nazarenos digno de ser encomiado. 

El Señor de la Meditación, en Gran Vía El Señor de la Meditación, en Gran Vía

El Señor de la Meditación, en Gran Vía / Francisco Neyra | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

La presentación del paso de misterio ofreció también su mejor versión, aunque a muchos extrañó el no ver andar al Sentaíllo a los sones de agrupación musical. Aún así, gran chicotá la que dieron los músicos de Jesús Despojado, poniéndole 'banda sonora' al transcurrir de los pupilos de Díaz Quiralte, que anduvieron por la calle Ganivet a los sones de uno de los grandes clásicos del género: Soledad de San Pablo

La imagen de María Santísima de los Remedios llegó bajo esa 'máquina de la belleza' que poco a poco 'construye' la hermandad de San Justo y Pastor. La impecable orfebrería, trufada de detalles arquitectónicos, sirvió para cobijar a la madre de Dios en este Miércoles Santo,    

El Hijo del Hombre

Cuando Pablo de Rojas cogió el embón de madera debió entregar el alma para hacer de aquella pieza una de las más majestuosas imágenes de cuantas procesionan en Andalucía. Y lo hizo recreándose en la sinuosa silueta de su cintura, en la anatómica y perfecta espalda, en el sosegado rostro de Jesús de la Paciencia. Qué suerte tiene Granada de tener tallas como estas para su Semana Santa. 

Más cuando lo hace en el modo que llegó, sobre los hombros de los costaleros de Gerardo Sabador. Clasicismo medido en el racheo, y pregón emocionante bajo la trabajadera, para llevar siempre arriba los quilos: "Se podría hacer de otra manera, pero no sería tan perfecta". Y qué razón. Chicotá para el recuerdo con el acompañamiento de los músicos de La Estrella que desplegaron un rosario de marchas de corte litúrgico: Sanctus, Cerca de ti, Niños hebreos y Gustad y Ved para recorrer una calle Ganivet que supo a poco. 

El Señor de la Paciencia, por San Matías El Señor de la Paciencia, por San Matías

El Señor de la Paciencia, por San Matías / Jesús Jiménez | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Prendida quedó Granada en el palio de la Virgen de las Penas, que anduvo elegantísima, con cadente mecida, bambalinas a compás de los sones del maestro Higuero. Bien, por ese recuerdo a los que construyeron la identidad musical de la tierra.

Lo bello sobre lo bello

Túnicas blancas, capa con el escudo dominico bordado y antifaz morado con el escudo de la hermandad. Hábitos nazarenos como este se contaron por cientos una vez la Hermandad del Rosario desplegó su cortejo desde el interior de la iglesia de Santo Domingo. Palabras mayores. Que la corporación tuviera que modificar su itinerario, ampliando recorrido para entrar en Ganivet, no era porque sí: era una de las formas de poder dar cabida a todas las parejas de hermanos que quisieron acompañar en estación de penitencia al Señor de las Tres Caídas y a la Virgen del Rosario.

El palio de la Virgen del Rosario, envuelta por el público en Santo Domingo El palio de la Virgen del Rosario, envuelta por el público en Santo Domingo

El palio de la Virgen del Rosario, envuelta por el público en Santo Domingo / Fermín Rodríguez | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

El primero de los pasos de la cofradía vino a dejar consigo el arte de la cuadrilla que, en Ganivet, dirigió Francisco Estarli. El izquierdo por delante, trabajando marchas, y haciendo el deleite de quienes esperaban disfrutar de la presencia del caído del Realejo. No le fue a la zaga Nuestra Señora del Rosario, quien tras haber afrontado una difícil salida, desplegó lo mejor de sí, en un palio de desbordada alegría, hasta bien entrada la madrugada. Aunque como una exhalación resultó su presencia en Ganivet.

Silencio del Realejo

La Hermandad del Nazareno tuvo que pagar los retrasos que, poco a poco, se fueron acumulando a lo largo del día. Así, llegó a pedir venia catorce minutos más tarde de lo previsto. El cortejo avanzó al toque del muñidor, intentando imponer el carácter que ofrecen y marcan sus reglas. Mientras, en la carrera oficial a duras se penas se mantenía el silencio, desde dentro y desde fuera de los palcos. 

El palio de la Virgen de la Merced, en la salida El palio de la Virgen de la Merced, en la salida

El palio de la Virgen de la Merced, en la salida / José Velasco | PHOTOGRAPHERSSPORTS (Granada)

Elegante cortejo el de la corporación carmelitana, nutrido en sus filas, y que sirvieron de preludio a la llegada del pasado de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Andando de largo, racheado, que presentó majestuoso, espigado sobre su dorada canastilla y los cuatro faroles enmarcándolo. 

La Merced de las Descalzas arribó con un fúnebre repertorio, que dio la dimensión y versatilidad de la Banda del Padul, y envuelta en la majestad de su palio de cajón. Jarras bicónicas, de rosa y algodón, y el granadinismo por bandera en la vestimenta de María. Con un poquito más de respeto y de consideración por quienes paran a verla, la hermandad terminaría de lucir como debe. Respeto. Qué menos.

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