Entrevista a Mari Carmen Gervilla | Hermana Mayor de Los Dolores

"La fe no entiende de género"

  • La hermana mayor de Los Dolores explica su experiencia como mujer en el ámbito de la Semana Santa

La hermana mayor de Los Dolores, Mari Carmen Gervilla

La hermana mayor de Los Dolores, Mari Carmen Gervilla / G.H. (Granada)

De hermana mayor a acólita, pasando por capataz, costalera o secretaria. No hay, en la actualidad, un sólo resorte de la Semana Santa de Granada donde la mujer no haya llegado para quedarse. No por una cuestión de paridad sino por realidad y proporción: la historia de las cofradías granadinas no se entendería sin la figura femenina en el centro de la mismas. Mari Carmen Gervilla (Granada, 1984) es prueba de ello. Desde hace seis años lleva la vara dorada de la Hermandad de los Dolores que la reconoce como hermana mayor, la primera en la historia de su cofradía. Un cargo que ostenta con humildad y una imborrable sonrisa, y tras el que se adivina un denodado trabajo para seguir haciendo de la corporación un referente dentro del ámbito cofrade.

Psicóloga, doctoranda y opositora, Gervilla compagina desde 2015 su responsabilidad laboral y académica con la labor de hermana mayor. Un cargo al que no aspiraba pero al que decidió acceder, por medio de un proceso electoral, tras ver cómo la cofradía se dirimía entre dos candidaturas antagónicas. Andado el tiempo, Gervilla reflexiona sobre cuál ha sido papel, de niña a mujer, en la hermandad. De una pequeña penitente a la máxima representación del instituto que preside.  

- En medio de una hermandad con una fuerte y arraigada presencia masculina, ¿cómo irrumpe la figura de la mujer dentro de la misma?

- La verdad es que sin mayor problema. Si es cierto que las figuras más visibles y costumbristas habían sido masculinas pero la mujer siempre había estado dentro de la vida de la hermandad, aunque es cierto que en menor medida. Habría que preguntarse por qué. Pero a nadie le costó aceptar que hubiera una hermana mayor. Las miradas más reacias nunca han venido desde dentro de la hermandad, más bien desde fuera.

- Entonces, ¿has notado rechazo o reticencia en las distintas esferas del mundo cofrade?

- Tengo varias anécdotas al respecto, como que en un acto oficial se dirijan o saluden al hombre antes que a mí que soy la hermana mayor. El año pasado, sin ir más lejos, en un curso que di fuera de Granada sobre la figura de la mujer en la Semana Santa hubo quien se escandalizó y me dedicó algunas palabras por defender una idea muy sencilla: que la fe no entiende género.

- Cabe asumir, pues, que la mujer no está plenamente normalizada dentro de la vida institucional de la Semana Santa.

- Dentro de la mentalidad mayoritaria de los cofrades sí existe esa normalización pero no se corresponde con el nivel de representación dentro de las juntas de gobiernos. En una conferencia que pronuncié en Jerez de la Frontera, donde hice una pequeña investigación al respecto, expuse la conclusión de que la mujer tiene una menor representación institucional. Deberíamos preguntarnos por qué. En mi caso, cuando quise conformar mi junta de gobierno quise contar con más mujeres de las que aceptaron, no todas estaban dispuestas. No les importaba seguir implicándose en el trabajo de hermandad pero sin formar parte de la junta de gobierno. Esto me lleva a pensar en que quizá no exista tanto un techo de cristal como una falta de interés. Aunque esto deberíamos estudiarlo en más profundidad.

- Si algo caracteriza a la Semana Santa de Granada es, precisamente, la visibilidad que tiene la mujer dentro de la misma y especialmente en los cortejos. La distinción entre nazarenos y mantillas, ¿es una discriminación positiva?

- Tenemos que entender de dónde venimos y aquí que la Semana Santa es un fenómeno cultural, que está afectado por las ideas que históricamente hemos tenido. Existían ideas distintas a las que hay hoy. Hay quien lo llama patriarcado o brecha de género. Eso ha estado en la cultura y es normal que sigamos arrastrando hoy en día ese tipo de cosas. También en cuestión de vestimentas. Pero esto es lo que tiene formar parte de una institución como ésta, que no es como otra cualquiera. Estamos donde estamos y hay cosas que tenemos que seguir superando.

- La solución sería eliminar las mantillas y vestir a todos los miembros del cortejo con la túnica?

- A mí siempre me gusta pensar que la gente tiene su propia opinión y estando las dos formas, de vestir la túnica de nazareno o vestir de mantilla, ¿por qué no puede elegir cada cuál lo que más le apetezca? A mí, particularmente, siempre me ha gustado vestir la túnica, por millones de razones, pero sé que hay otras mujeres que como más cómodas se sienten es con la mantilla. ¿Por qué obligar a una unidad? He repartido papeletas de sitio durante muchos años y en mi hermandad podríamos decir que bajo la túnica hay prácticamente el mismo número de hombres que de mujeres.

- Tú que conoces otras ciudades, que conoces cómo se vive la Semana Santa en otras latitudes de Andalucía, ¿crees que Granada ha avanzando más en la integración de la mujer que en otros lugares?

- Sí. Si hacemos una comparativa entre las capitales andaluzas donde mayor presencia hay de la mujer en puestos de representatividad cofrade, Granada está entre las más altas. Esto llama la atención frente a otras ciudades donde al haber mayor número de integrantes en las hermandades cabría esperar mayor presencia de la mujer. Especialmente en algunas ciudades que son especialmente reconocidas a nivel cofrade en Andalucía.

- ¿Y eso cómo crees que se soluciona?

- Dejando que la mujer acceda a puestos de responsabilidad, conociendo quiénes son ellas. En muchas ocasiones las mujeres no se atreven a asumir ciertos cargos en una junta de gobierno porque nunca han visto a nadie cercano en un puesto similar. Si se superara ese prejuicio se ayudaría con el ejemplo y otras muchas mujeres aceptarían. Las cofradías granadinas muestran, día a día, su vocación de integración donde la paridad no parece ser una cuestión discutida sino como una realidad más que asumida. Y es que, al fin y al cabo, como decía el célebre personaje de Silvio Orlando en la serie The Young Pope, "la Iglesia, es mujer".

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