Patrimonio cofrade

Piezas únicas de la Semana Santa de Granada

  • Las hermandades atesoran importantes obras de arte y otros bienes de un gran valor histórico que, habitualmente, pasan desapercibidos para el gran público

El paso de palio de la Virgen de la Consolación cuenta con los bordados más antiguos de la Semana Santa de Granada

El paso de palio de la Virgen de la Consolación cuenta con los bordados más antiguos de la Semana Santa de Granada / Álex Cámara (Granada)

La Semana Santa de Granada es una muestra de fervor y piedad popular que, además, encierra dentro de sí todo un legado cultural que habla de historia, de sociedad y de mentalidades. Detrás de cada estación de penitencia encontramos grandes y singulares piezas del patrimonio cultural de los granadinos: escultura, pintura, bordados u orfebrería de un valor sin igual, muchas veces no tanto a nivel económico como por su sentido artístico y antropológico. 

Descubrimos algunas piezas que destacan dentro de la Semana Santa de Granada por su valor único. Elementos y objetos que, habitualmente, pasan desapercibidos a los ojos de los cofrades y del público en general pero que son elocuentes testimonios de la historia, el arte y la cultura de la ciudad.

Bandejas de plata para un paso de palio

La Hermandad de las Maravillas ha sido para la historia de la Semana Santa de Granada un referente de vanguardia y de modernidad. Su impulso estético en los años cincuenta dio a las cofradías de la ciudad una nueva dimensión, una nueva forma de hacer y trabajar. En ese proceso de revitalización, la hermandad inició a mediado de los años cincuenta su nuevo paso de palio. Nuevos varales, un nuevo techo y, entrados los años sesenta, también respiraderos para terminar de completar el conjunto.

Respiraderos del paso de palio de la Virgen de las Maravillas Respiraderos del paso de palio de la Virgen de las Maravillas

Respiraderos del paso de palio de la Virgen de las Maravillas / D.G. (Granada)

Como mecenas de la cofradía y partícipe de la creación de aquel paso de palio, la camarera mayor y hermana mayor honoraria Rosario Agrela, duquesa de Lecera y condesa de Agrela. A lo largo de su vida, la aristócrata granadina había mostrado su generosidad con la hermandad donándole todo tipo de bienes, entre ellos textiles y piezas de orfebrería. Entre las donaciones más singulares, un juego de bandejas de plata de estilo neorrenacentista que sirvieron para crear los primeros respiraderos del paso de palio a finales de los años cuarenta y principio de los cincuenta. Unas piezas que se encajaron, inicialmente, con un moldurón de madera y que, posteriormente, hacia 1967, se enmarcaron en una pieza de orfebrería, del taller de Román Seco, y que constituyen los actuales respiraderos del paso de palio. 

El frontal del paso del Cristo de San Agustín conserva un relicario con forma de pelícano, obra del siglo XVIII El frontal del paso del Cristo de San Agustín conserva un relicario con forma de pelícano, obra del siglo XVIII

El frontal del paso del Cristo de San Agustín conserva un relicario con forma de pelícano, obra del siglo XVIII / Álex Cámara (Granada)

Un relicario con forma de pelícano

El 1 de mayo de 1725 el convento de los carmelitas de Alhama sufría un robo que daba al traste con parte de la orfebrería que se conservaba en la iglesia. Entre las piezas sustraídas, un copón con formas consagradas en su interior. Aquel suceso generó un gran revuelo en la Granada de su tiempo y acabó con los autores de aquellos hechos ajusticiados públicamente. Como restitución del sacrilegio que se había cometido, las formas consagradas se repartieron en distintos conventos de la ciudad, quienes decidieron crear una custodia conmemorativa para guardar a lo que se denominó, popularmente, como 'el Señor robado'. 

La abadesa del convento del Santo Ángel Custodio, sor Rosalía de San Miguel, era la encargada de promover la creación de un ostensorio del máximo nivel: un pelícano de plata, con piezas de oro e incrustaciones de piedras preciosas, que se encargó de labrar el francés Juan Enrique Morin, en Madrid, entre 1796 y 1797. Caído en el olvido el uso primigenio de la custodia, las monjas clarisas cedieron este objeto litúrgico como relicario para la Hermandad del Cristo de San Agustín, quien coloca tan delicada obra de arte cada Lunes Santo en el frontal del paso del Sagrado Protector, como una prefiguración del símbolo redentor de Cristo en la cruz.

El paño funerario de una monja de alta cuna

Es la Hermandad del Cristo de San Agustín quien conserva los bordados más antiguos de cuantos procesionan en la Semana Santa de Granada. A pesar de ser haber sido uno de los palios más recientes que se incorporan a la nómina de las cofradías, en 2008, la hermandad cuenta en su techo de palio con estos bordados del siglo XVII, donados por las monjas clarisas del Santo Ángel Custodio.

La hermandad había dispuesto desde los años noventa con estos bordados para componer el catafalco que adornaba el besapiés del Cristo de San Agustín en las vísperas del Sábado de Pasión. Al configurar la ejecución del paso de palio, estos bordados fueron transformados en techo de palio por María Felicitación Gaviero, conformando el actual techo de palio que cubre, cada Lunes Santo, a la sacra conversación. Se trataba del antiguo paño mortuorio del convento y que portaba las armas de la fundadora: sor María de las Llagas de los Cobos y Centurión, hija de los marqueses de Estepa y Camarasa. 

El entrecalle de la Virgen de la Caridad conserva un relicario de San Esteban El entrecalle de la Virgen de la Caridad conserva un relicario de San Esteban

El entrecalle de la Virgen de la Caridad conserva un relicario de San Esteban / Álex Cámara (Granada)

Las reliquias del primer mártir de la Iglesia

El culto a las reliquias se remonta en la Iglesia a la noche de los tiempos. Por este motivo, no es extraño ver cómo las hermandades durante sus estaciones de penitencias acompañan también sus andas procesionales con relicarios que han ido adquiriendo a lo largo del tiempo. Un ejemplo de ello es la Hermandad de la Lanzada quien cuenta, nada menos, que con seis reliquias de santos diferentes: Fray Leopolodo, San Juan de Dios, San Francisco, Santa Clara o Santa Ángela de la Cruz. Pero de entre todas las reliquias la que destaca es la del diácono San Esteban, protomártir de la Iglesia, que murió lapidado en el siglo primero. 

Este relicario, que habitualmente luce en el entrecalle del palio de la Virgen de la Caridad, es un regalo que hizo a la hermandad el cabildo de la Catedral. Las relaciones que entablaron los miembros de la cofradía y los canónigos se remonta a los orígenes de la hermandad, cuando esta salía desde el interior de la seo metropolitana; cosa que hizo desde su primera estación de penitencia en 1985 y hasta 1994.

Martillo ceremonial de la Hermandad de las Penas Martillo ceremonial de la Hermandad de las Penas

Martillo ceremonial de la Hermandad de las Penas / G.H. (Granada)

El martillo que golpeaba las rejas de la Catedral

Cuando muere un papa, el camarlengo se encarga de golpear tres veces con un martillo sobre la cabeza del pontífice para cerciorarse de su muerte. Lo mismo, un obispo martillea la puerta jubilar de un templo cuando se conmemora un año santo. Así, el martillo está dentro de los rituales de la Iglesia católica desde tiempos inmemoriales y la Semana Santa de Granada también incorporó su uso dentro de su particular ceremonial: llamar a las rejas de la Catedral cuando las hermandades, antes del año 2000, no podían entrar en su interior para hacer estación de penitencia. 

La Hermandad de las Penas conserva entre su cortejo con un particular elemento: un artístico martillo, de madera con mango de plata y filigranas con granadas, que recuerdan aquel tiempo en el que las cofradías sufrían el desaire del clero y se conformaban, en su procesión, pasar al menos por las puertas de la Catedral y golpear sus rejas como señal de haber llegado hasta el templo madre. 

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